Filemón Ramírez Mondragón: narrador de leyendas
Como miembro de la generación de periodistas de mediados del siglo XX, Filemón Ramírez Mondragón tenía su propia versión de hechos y personajes paradigmáticos de Baja California, que convirtió en narraciones vibrantes y amenas reunidas en su libro Estampas bajacalifornianas, publicado en 1965.
Como miembro de la generación de periodistas de mediados del siglo XX, Filemón Ramírez Mondragón tenía su propia versión de hechos y personajes paradigmáticos de Baja California, que convirtió en narraciones vibrantes y amenas reunidas en su libro Estampas bajacalifornianas, publicado en 1965. Ese mismo año publicó Monografía de Tecate, la primera obra dedicada a este pueblo y municipio de Baja California. Para Valdemar Jiménez Solís, quien conoció a Ramírez Mondragón en los años sesenta del siglo XX, cuando ambos formaron parte de la Asociación de Escritores de Baja California, nuestro autor fue miembro distinguido de la misma y le regaló su libro, acabado de publicarse: “que contiene pasajes históricos, anécdotas y cuentos regionales. Don Filemón residió en Mexicali desde los años veinte hasta los treinta, ejerciendo el periodismo y sirviendo en la Agencia Investigadora de Delitos del Ministerio Público del Fuero Común, trabajo que desempeñó por cincuenta años, que cumplió en la ciudad de Tecate, donde fincó definitivamente su hogar.” En ese trabajo le tocó ser testigo de uno de los acontecimientos más extraños ocurridos en la ciudad capital del estado, un duelo a muerte a fines de los años treinta, entre el periodista José S. Castillo y el licenciado Vázquez López, de la que Ramírez Mondragón fue testigo, ya que el fiscal trabajaba en la misma agencia investigadora.
La gran aportación de Estampas bajacalifornianas consiste en recrear el pasado desde la perspectiva de la vida comunitaria, con sus relatos que mezclan lo real con lo fabuloso. Quizás esto se deba a que nuestro autor fue amigo de Daniel Sández, el cuentero mayor del valle de Mexicali en la primera mitad del siglo XX. Como sea, las leyendas y episodios históricos reunidos por Ramírez Mondragón son parte de la historia oral, la que pasa de boca en boca, la que no tiene filiación con los datos exactos y menos con los documentos públicos. De esas leyendas también está hecha la historia en sus deseos comunitarios, en sus anhelos de trascendencia. En Mexicali buena parte de las leyendas conocidas cuentan con nombre y fueron vistas todos los días en los lugares más conocidos de la ciudad. Entre estas leyendas están aquellos seres que pasaron a la posteridad por su carácter excéntrico o por su don de gentes. Personajes pintorescos que le dieron sabor a la vida comunitaria. La lista es grande porque Mexicali, como cualquier ciudad de frontera que se precie, vio pasar a innumerables tipos humanos por sus calles, plazas y avenidas. Ya Armando Lelevier decía que alguien que haya vivido en nuestro Mexicali no podría olvidarlos. Ejemplos de estos personajes fueron El Monterrey, el Chale Araiza, el Cahuamón e Indalecio Martínez, entre muchos otros. Veamos lo que dicen de ellos quienes nos dejaron un retrato de sus actitudes y conducta por considerarlos personas que merecían no ser olvidadas por las generaciones venideras. Locos amigables que le daban emoción y personalidad a una ciudad habitada por miles de locos de atar.
Pero nuestro autor no sólo retrataba, para la historia comunitaria, la vida y milagros de los personajes más excéntricos de Baja California, sino que exploraba las leyendas más conocidas de la frontera, entre ellas la del tesoro del patriota mexicano que le hizo la guerra a los gringos en la California ocupada por estos a partir de 1848. Lo que hace de Estampas bajacalifornianas un libro importante más allá de su estilo ameno, es que es una obra pionera en el rescate de los mitos y leyendas regionales y establece un precedente sobre obras posteriores, como Mitos y leyendas de Tijuana (1973) de Olga Vicenta Díaz Castro y Mitos y leyendas de Mexicali (2002) de Gabriel Trujillo Muñoz. Para Filemón Ramírez Mondragón, el mayor tesoro de Baja California son las historias que nuestra región contiene, los relatos imaginarios o reales que sus habitantes han hecho suyos para contarlos entre todos y para todos. Por eso este escritor es imprescindible a la hora de voltear hacia nuestro pasado y verlo no desde los informes oficiales sino desde el nivel de la gente, desde la visión del pueblo que cree en otras realidades y las hace suyas para darse su propia identidad en plena frontera norte de México. Porque la literatura, se quiera o no, igualmente está hecha de mitos populares, de leyendas urdidas en plazas públicas, de imaginaciones desatadas al margen de lo prescrito y lo establecido.
*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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