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¡FUTBOL SUCIO!

Siempre he pensado sobre esta lógica: si vivimos en un país donde la mayor parte de sus instituciones están severamente afectadas por temas de corrupción.

Siempre he pensado sobre esta lógica: si vivimos en un país donde la mayor parte de sus instituciones están severamente afectadas por temas de corrupción, ¿por qué en el futbol las cosas iban a ser diferentes? La corrupción existe en el futbol.

Los malos manejos, los intereses y las trampas, también. La transparencia no ha sido una bandera que pueda enarbolar la industria del futbol mexicano.

He visto con cierto asombro que, durante una comparecencia del presidente de la República con medios (la ya tradicional mañanera), se han dedicado casi 25 minutos a exponer algunas de las graves irregularidades que rodean a la administración del pasatiempo favorito de los mexicanos.

Aplaudo la valentía y el talento periodístico del colega Amir Ibrahim, quien en su reportaje llamado “El Cártel del Gol”, expone algunas de las más profundas anomalías y corruptelas del futbol mexicano.

Creo que hay muchos temas abiertos en la investigación de Ibrahim y que nunca es tarde para indagar y castigar a quienes resulten responsables.

Así como veo inapropiada la petición de una diputada para que Yon de Luisa, presidente de la FMF, aclare temas que tienen que ver con el fracaso deportivo futbolístico en Qatar, me parece oportuno revisar la delicada y muchas veces estrecha relación entre gobiernos y futbol.

Al final del día, cuando está involucrado dinero que procede del pago de los impuestos de los mexicanos, el futbol se transforma en un asunto de interés colectivo.

Aunque es verdad que el futbol mexicano es una empresa privada, en muchas formas ha tenido y sigue sosteniendo una relación con los gobiernos que le condona pagos por la renta de usos de estadios, alumbrado y hasta el hecho de que existen clubes que reciben un subsidio para mantenerse en esa plaza. También, hay una anomalía cuando los gobiernos y los gobernantes utilizan al futbol para temas políticos, electorales o simplemente para distraer la atención de asuntos de mayor relevancia.

Lo mismo en cuanto a la cuestión de los impuestos, la condonación de estos, los “dobles contratos”, el lavado de dinero y algunos asuntos que siguen manteniendo al futbol como una industria poco o nada transparente.

Los fracasos del futbol mexicano en la cancha requieren de una explicación de y para que los personajes entiendan del tema, aunque no podemos descartar que toda esa serie de anomalías terminan afectando el nivel del juego.

Un juego corrupto, un juego sucio, propicia malos resultados.

Una mejor administración, podría ser una de las razones que se objetan para el estancamiento o atraso de nuestro futbol.

Es tiempo, siempre será tiempo, de investigar, hurgar y juzgar a quienes se inclinen por un camino ilícito. Nadie debe estar por encima de la ley en nuestro país.

Hay que revisar a los clubes, a los dueños, las empresas que están detrás, a los mandos intermedios, a los promotores, a los entrenadores, a los futbolistas, a los gobernantes y, también, por qué no, al periodismo que, seguramente, tampoco escapa de esa corrupción.

Tenemos un “futbol sucio”. Limpiémoslo.

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