Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Mexicali

Enseñanzas indirectas

No cabe duda, que, cada día que pasa, uno aprende más, sin esfuerzo alguno, sobre la personalidad negativa de Donald Trump.

Por el derecho a la libertad de expresió

No cabe duda, que, cada día que pasa, uno aprende más, sin esfuerzo alguno, sobre la personalidad negativa de Donald Trump. Desde antes de llegar a ser presidente de los Estados Unidos, se nos mostró cómo era: egoísta, con actitudes supremacistas, mentiroso, brabucón y con muy poco respeto por quienes no tenemos rasgos anglosajones. El centro de su campaña fue el intento fallido de levantar un enorme e infranqueable muro fronterizo entre México y USA. Aseguró que iba a ser pagado por México, pero resultó una bravata que nunca cumplió. Sobre sus falsos testimonios de que nuestro país enviaba violadores drogadictos y delincuentes a USA, la propia dinámica de la vida socioeconómica de su país, lo desmintió. Como resultado, el basar su campaña en mentiras envolviendo a los votantes en cuestiones sin sustento, en un país donde las ideas racistas persisten y son promovidas inclusive desde la más alta posición política, le permitió ganar las elecciones.

El resultado no fue el que les prometió en la campaña, pues su comportamiento como presidente no estuvo la altura exigida. Nunca se había visto al presidente de un país mentir con tanta frecuencia y, casi de manera inmediata, modificar sus dichos para ajustarlos a la realidad. Por ejemplo, aseguró que iba a hacer más fuerte a su país, pero la verdad es que no se ha notado esa situación, pues siguen siendo beneficiados los supermillonarios contra los pobres de la nación. Las calles de las grandes ciudades se llenan cada día de personas sin hogar, sin trabajo y sin esperanzas de librarse de esa pesadilla que viven. Aún a pesar de que el Covid-19 tuvo un efecto nocivo en todas las economías del mundo, en USA los efectos fueron más graves, debido a la actitud irresponsable como Trump trató a esta pandemia. Dijo que era transitoria y que con la llegada del verano desaparecería; también se burló de la mascarilla protectora que el sector científico calificó como la medida que, por excelencia, nos protegería del virus mortal; cuando el virus de propagó como se había previsto, sugirió que, tomando productos de limpieza, se podría combatir. Actuó de manera tan liberal, que fue uno de los infectados y, ahora alega que ya se libró de la enfermedad porque Dios lo benefició enfermándolo. Aunque dice estar en perfectas condiciones de salud, todo mundo lo hemos visto haciendo esfuerzos para respirar y se le ha escuchado el daño que tiene en la garganta. Lo vemos enfermo, pero lo niega. Su comportamiento de niño chiqueado obligando a sus doctores a liberarlo del hospital, está provocando una situación de emergencia en la Casa Blanca, que puede terminar en consecuencias graves de salud y confianza.

Con Trump en la presidencia de USA aprendí que, sin importar dónde estés ubicado en la sociedad, puedes seguir siendo el más grosero e inútil ser humano que siente que es el elegido y perfecto de la creación, por el cual el resto le debe obediencia y ciega docilidad. Afortunádamente, no va a repetir. Su intento de reelección será un fracaso pues la gente aprendió qué tipo de persona es. El exceso de poder puso al descubierto su verdadera personalidad. Vale.

*El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales.

En esta nota