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El INE, ejemplo de democracia

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha estado permanentemente insistiendo en que el INE se debe reformar.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha estado permanentemente insistiendo en que el INE se debe reformar. Fundamentalmente su reclamo es inconformidad con la forma cómo se selecciona el presidente y los consejeros ciudadanos de este instituto. Los “morenitos” de acuerdo con mi óptica, con mi percepción, con todo respeto a los seguidores incondicionales del Presidente, critican permanentemente al INE y su burocracia demasiado costosa, afirman. En este tópico específico: los sueldos de los consejeros son demasiado elevados sobre todo en comparación con el cambio de salarios de la burocracia gobernante a partir de Obrador. Yo estoy de acuerdo con esto. Sí se debe reformar constitucionalmente las percepciones de los funcionarios del INE, sin duda. Pero, un pero enorme, del tamaño mundo: desconfío abiertamente de las supuestas reformas al instituto electoral que Obrador está buscando. Es de hecho una necedad. Dos que tres veces lo he escuchado decir en sus mañaneras cuando se refiere a los consejeros, que el sistema para seleccionarlos debe modificarse; que es el pueblo (hágame usted el favor) quien debe definir con su voto quiénes deben estar al frente de estos cargos, de esta responsabilidad. Con esta posibilidad, iríamos a la dictadura de Morena, sin duda. Regresaríamos a los tiempos del PRI, o peor aún, anular por siempre la democracia en México al imponer el control del partido político de Morena. Obrador no lo dice pero en el fondo de su nerviosismo desea que el pueblo sea clave en este proceso; sus decisiones al respecto, en manos del pueblo, el pueblo sabio. Pero existe algo mucho más importante en los protocolos del INE en tiempo de elecciones: el control del voto de los ciudadanos en las casillas. Este instante, este momento que nadie menciona, ni el presidente, ni los políticos, ni los comentaristas, ni los morenitos, incluso defensores del pueblo. Me refiero al proceso, a la instancia misma en que se depositan los votos en las casillas y el enorme costo de la instalación de las urnas en donde se depositan las papeletas o sufragios. La permanente crítica a los consejeros y al presidente del INE es en extremo, palabrería hueca, maniqueísmo ideológico, reitero. Estos funcionarios del instituto electoral no tienen la autoridad ni la responsabilidad de alterar el voto emitido en las casillas electorales. Es incluso una mentalidad maniquea culparlos de ser servidores o afines a los conservadores. Pamplinas, palabrería. Esta idea es frecuente en las palabras de Obrador. El altísimo porcentaje de votos en favor de Morena, incluso desde la toma del poder de Obrador, demuestra lo contrario; o mejor aún, que sólo es verborrea politiquera. Muy lamentable, pero nuestra democracia hoy sólo se define en las urnas en el conteo mismo de los escrutadores y responsables de las casillas; que por cierto, este trance de nuestra democracia es al momento lo más valioso, lo único respetable. Reitero: los funcionarios del INE jamás podrán cambiar votos para inclinar la balanza a favor de “los conservadores”. ¡Pura necedad!.

El costo enorme de la instalación de las casillas debe permanecer. El procedimiento es costosísimo, sin duda, el sistema de insaculación para definir o seleccionar los funcionarios de casilla es de lo mejor que tenemos en nuestros procesos electorales. Para que usted amable lector tenga una idea de lo que estoy diciendo, en las elecciones federales para presidente se tendrán que instalar 223 mil casillas. Cada casilla tendrá que llevar al frente un presidente de casilla más cinco escrutadores (los que cuentan los votos al final de la jornada electoral en cada casilla). Todos, absolutamente todos, insaculados. Ninguno de estos funcionarios de casilla llega allí por recomendación de Obrador, de Morena o del PAN. Este resultado es lo fundamental de nuestra democracia y básico protocolo del INE. Nadie puede meter las narices allí. Claro, ni siquiera el pueblo, el pueblo sabio que tanto pregona el presidente: “Los consejeros ciudadanos los debeelegir el pueblo”, expresó Obrador algún día en sus mañaneras. Obrador podría fácilmente convertir al instituto electoral en un PRI. ¡Viva México, compañeros!

*- El autor es Profesor Emérito, UABC, por la Facultad de Arquitectura. Creador Emérito, ICBC. Artista plástico.

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