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Del paraíso al infierno

Acapulco era un paraíso, por sus hermosas playas, sus dos bahías rodeadas de montañas, una isla paradisíaca, y el mejor clima que un destino turístico pudiera tener. 

Acapulco era un paraíso, por sus hermosas playas, sus dos bahías rodeadas de montañas, una isla paradisíaca, y el mejor clima que un destino turístico pudiera tener.

Hoy ese paraíso es un infierno, tanto por la completa devastación que el huracán Otis provocó, como
por el abandono irresponsable del gobierno federal y estatal, y la forma en que los habitantes de ese estado han procedido.

Otis ha sido devastador, pero también nos ha mostrado el grado de descomposición a la que como sociedad hemos llegado; vivimos tanta violencia, e injusticias, tantas desgracias que tristemente las vemos ya, como algo normal y eso no podemos permitirlo, no somos animales, somos personas con una dignidad dada por Dios que es el Amor mismo, creados por amor y para el amor….

Dicen que en las tribulaciones se conoce el verdadero yo de la persona, y al margen de la desesperación e impotencia en todos los afectados, el amor y la solidaridad vista en otros desastres, no se vio en esta tragedia.

Mario Sotelo, un comerciante de Acapulco, publicó en whatsapp la realidad del nivel de deshumanización y anarquía que estamos viviendo. Él dice que si la devastación del huracán le rompió el corazón, las
acciones de los acapulqueños lo hicieron pedacitos, a tal grado de no creer ya en que los buenos somos más, sino los malos. La normalización de violencia, corrupción, caos, han gangrenado, podrido a la sociedad de raíz. Por cada persona levantando escombro de las calles, vi a mil robándose televisores, muebles y todo lo imaginable que NO era necesidad básica. Por cada persona llorando y en shock por su nueva realidad, había mil riendo como si fuera el mejor día de su vida. Nadie se juntó para quitar postes y árboles de las calles y permitir pasar servicios de emergencias, o para ayudar a reconstruir el puerto. Eso sí, se unieron para levantar las cortinas de los negocios saqueando Oxxos, súper mercados, tiendas departamentales, casas de empeño, mueblerías, con la consigna: Agarren lo que quieran. Hoy los comerciantes hacen guardia en sus negocios, debiendo estar en su casa, cuidando a sus familias.

Y las autoridades, el ejército, la guardia nacional, ¿Dónde estaban? Algunos en la carretera asaltando a los ciudadanos, quitándoles, no solo víveres, sino carteras, celulares, anillos, todo lo que traían. Hay decenas de testimonios de estos atracos, con violencia y cinismo, ya que tenían órdenes de “arriba” de no dejarlos pasar, sin importar la necesidad urgente de agua y comida, toda la
ayuda sería por medio del gobierno, con fines electorales por supuesto.

Por su parte el remedo de presidente que tenemos brilló por su ausencia, y para seguir engañando a los incautos montó su show, quedando atascado en el lodo de la ineptitud, igual como tiene al país.

De nuevo queda demostrado, que somos los ciudadanos de bien quienes unidos vamos a sacar al país del enorme hoyo en que se encuentra, de no hacerlo, no solo Acapulco será un infierno, todo México, y continuaremos con el gobierno que por egoísmo, falta de participación y cobardía merecemos.

*- La autora es Consejera Familiar.

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