Basta de asesinar periodistas
No conocí a Margarito Martínez Esquivel, el periodista que fue abatido tiros recientemente a las afueras de su domicilio en Tijuana.
“Recuerdo, recordemos, hasta que la justicia se siente entre nosotros…”.
No conocí a Margarito Martínez Esquivel, el periodista que fue abatido tiros recientemente a las afueras de su domicilio en Tijuana, pero durante años trabajé hombro a hombro con los fotoperiodistas y reporteros que cubrían la nota roja, quienes se ganaron mi respeto a pulso.
Nunca había descanso para ellos, se la pasaban pegados al radio escuchando la señal policiaca, era como un lenguaje mágico escuchar la frecuencia, me admiraba la forma en que entendían las claves de los accidentes, homicidios y percances callejeros. Lo más sorprendente de esto, es que ellos realmente disfrutaban su fuente, se emocionaban con las coberturas y salían corriendo como si fueran detectives tras la escena del crimen.
Lamento mucho la pérdida de un colega, cada que muere un periodista muere con él la voz y la mirada del pueblo, y aunque siempre me he mantenido a las faldas del río en este oficio, me quito el sombrero ante mis colegas quienes si nadan en las profundidades de esta ingrata profesión.
Una vez, durante un curso de periodismo escuché el consejo “ningún reportaje vale tu vida”, pero resulta que en México, cuando pisas la llaga, estas sentenciado. No necesitas desmenuzar la célula de algún cartel, con solo rozar los intereses de gobiernos corruptos, empresarios ambiciosos o depredadores de bosques o desiertos, tu vida ya está en riesgo.
Recuerdo haber recibido una llamada cuando reporteaba en Mexicali, donde me dijeron “le paras, o te mueres”, me encontraba trabajando sobre una investigación de falsas salas de masajes que operaban como prostíbulos clandestinos. Yo seguí con mi investigación pese a la amenaza, porque piensas que nunca te va a suceder a ti, pero resulta que sí sucede, y se está volviendo asquerosamente común en México matar periodistas.
Este país está considerado como uno de los lugares más peligrosos para los reporteros fuera de las zonas de guerra activas. El Comité para la Protección de los Periodistas contabiliza 134 asesinatos de reporteros en México desde 1992.
Además está catalogado entre los países más peligrosos para esta labor al ocupar el lugar 147 de 180 naciones en cuanto a asesinatos de periodistas, una categoría similar a la que tienen países como Afganistán, Yemen y Siria
Solo hace falta escarbar un poco en la memoria para recordar la larga lista de colegas acribillados a sangre fría, apenas en el 2019 el periodista y ex compañero Santiago Barroso Alfaro fue agredido a balazos en su domicilio de San Luis Río Colorado, Sonora.
En otro escenario y otro tiempo, allá por 1988, fue asesinado el periodista Héctor "El Gato" Félix Miranda en Tijuana, la noticia retumbó a nivel nacional, fue uno de los golpes más duros a la libertad de prensa en México, luego de la tragedia surgió el Semanario ZETA.
Le siguió el artero atentado en la que se vio envuelto el ya desaparecido periodista Jesús Blancornelas, del que logró salir con vida el 27 de noviembre de 1997, pero que marcó su vida.
Suerte con la que no corrió Francisco Ortiz Franco, editor del Semanario Zeta acribillado en 2003 por tres tipos encapuchados a plena luz del día frente a sus hijos en Tijuana.
Sin olvidar al periodista Benjamín Flores quien fue rafageado con un cuerno de chivo cuando llegaba a sus oficinas del periódico La Prensa, en San Luis Río Colorado el 15 de julio de 1997.
Escena que observaron los compañeros de Benjamín, quienes lo esperaban para darle una sorpresa, ya que festejarían su cumpleaños y el quinto aniversario del periódico, fundado y dirigido por Flores.
En el futuro algunos de esos amigos, serían mis maestros durante la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y compañeros cuando laboraba en el entonces periódico La Crónica.
Esos son los periodistas que me ligan por mi ciudad Mexicali, mis centros de estudios y sitios donde trabajé, sin dejar fuera de esta lista al desaparecido Alfredo Jiménez Mota, reportero sonorense que cubría nota roja en el periódico El Imparcial y quien desapareció el 2 de abril de 2005 a la edad de 25 años, cuando investigaba el tráfico de drogas y crimen organizado en Hermosillo.
Tristemente la lista sigue creciendo con la reciente muerte de Margarito, y como reza el poema “Memoria de Tlatelolco” de la finada poetisa Rosario Castellanos:
“Ay, la violencia pide oscuridad, porque la oscuridad engendra sueño y podemos dormir soñando que soñamos.
“Más he aquí que toco una llaga: es mi memoria. Duele, luego es verdad. Sangra con sangre. Y si la llamo mía traiciono a todos.
“Recuerdo, recordamos. Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara.
“Recuerdo, recordemos, hasta que la justicia se siente entre nosotros”.
*Corresponsal The National Association of Hispanic Journalists (NAHJ)
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