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Alfonso Reyes: lector y periodista

Hablar de Alfonso Reyes, el escritor mexicano, es como examinar un continente nuevo que nos sale al paso cada vez que creemos conocerlo de pies a cabeza.

Hablar de Alfonso Reyes, el escritor mexicano, es como examinar un continente nuevo que nos sale al paso cada vez que creemos conocerlo de pies a cabeza. Las facetas en las que don Alfonso incursionó en su fructífera vida son muchas y no todas han sido estudiadas con la suficiente profundidad. Hay especialistas que han tomado al Reyes cuentista, al dramaturgo, al poeta, al hijo del general Bernardo Reyes, al intelectual, al filósofo, al diplomático, al amigo de artistas, al promotor de nuestro país en cuanto país anduvo. Otros muchos se han metido a indagar en su epistolario, en sus diarios, en sus relaciones con otros escritores de su misma generación o de otras lenguas. Cada veta en la enorme obra de nuestro autor nos ha permitido conocer mejor a un ser humano polifacético, inmensurable, siempre dispuesto a compartir sus conocimientos y saberes con los demás de una manera generosa, altruista, desenfadada.

En 2022 yo mismo publiqué un breve libro dedicado a su genio y figura: La sombra benéfica. Ensayos alfonsinos, que tuviera a bien publicarme la Capilla Alfonsina de Monterrey junto con la Universidad Autónoma de Nuevo León. Lo que intenté en este libro no fue hallar el hilo negro en la vasta obra de este famoso regiomontano, sino recomendar algunas simpatías que don Alfonso mostrara por ciertos géneros literarios como la utopía, la novela de anticipación (lo que ahora llamamos la ciencia ficción), la novela detectivesca y uno de sus empeños de toda la vida: el periodismo cultural que, unido a la crítica de letras y artes, practicó desde joven hasta su fallecimiento en 1959.

No importa cuáles sean los problemas que enfrentara -tanto artísticos, políticos como diplomáticos-, la ventaja de don Alfonso residía en que en todas partes acabó sintiéndose en casa, estableciendo su papel como anfitrión del banquete de la cultura y la amistad. Alfonso Reyes puede haber sido muchas cosas, pero no un hombre tímido. Su escritura es prueba de un autor que quiere abarcarlo todo, que quiere saberlo todo. Nada está fuera de su alcance. Nada escapa a su incesante curiosidad. En el transcurso de su vida, este interés adquiere rango artístico, preeminencia verbal. Pero también es un puente para conocer a los otros, una mesa redonda donde todos pueden acudir a conversar bajo su sombra benéfica. Un ágora donde la palabra tiene voz de concordia y de lucidez. Y este comportamiento, a la vez personal y profesional, se enlaza con los mil caminos necesarios para describir las culturas que le salen al paso, las experiencias que acumula en todas partes, los vínculos emotivos e intelectuales que lo hacen un autor consagrado de las letras hispanoamericanas, una brújula fiel del pensamiento latinoamericano en su generosidad sin ambages.

Alfonso Reyes es, en sus artículos periodísticos, el Reyes que todos sus lectores conocemos: el atildado maestro abierto a las contingencias del mundo, el noble educador que cruza las fronteras para llevar la voz de la cultura como misión personal, el literato que hace de cualquier lugar una tertulia y que con su acostumbrada afabilidad y sabiduría logra entrar y hacerse indispensable en los círculos políticos, sociales, literarios, filosóficos y académicos de su tiempo, la figura emblemática del viajero mexicano con pasaporte internacional, el que enlaza a los diferentes grupos culturales a lo largo y ancho de América, Europa y España para dialogar sobre lo que los une antes que pelear por lo que los separa. El suyo es un magisterio reconocido por sus pares como una lección de vida en libertad.

Una de las cosas que lo impele a escribir es su capacidad de leer a los otros y escribir sobre sus obras con amistosa curiosidad. Libro que cae en sus manos y le interesa por su estilo o por su temática, de inmediato se pone a comentarlo, lo difunde en charlas y publicaciones de toda índole. Don Alfonso es un porrista nato, pero uno que sabe distinguir entre lo que está de moda y lo que perdurará incluso cuando va contra la corriente de la época, contra los gustos prevalecientes. Esto es visible en su defensa de la literatura policiaca y sus autores como su agrado al descubrir a un escritor, tan marginal en su creación narrativa, como Diego Cañedo.

Reyes, el periodista cultural, es un hombre que no usa la crítica para zaherir sino para convencer. Un cruzado por la cultura sin espada en la mano. Un lector feliz de serlo.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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