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Mar de fondo

Con la fractura que sufrió Morena al momento de elegir a sus candidatos, se movieron todas las piezas de la próxima elección para elegir gobernador, alcaldes y diputados en Baja California. De tener un triunfo más o menos seguro después de la aplastante victoria en la elección federal del año pasado, hoy el futuro de este partido a nivel local es más incierto.

La pregunta clave en este proceso es qué tanto puede afectarle la división política por la que está atravesando Morena, pero también cómo le pueden afectar algunas de las debilidades de sus candidatos. Hasta ahora no hay información disponible que sea confiable porque, en realidad, el electorado no está plenamente decantado hacia un partido o un candidato. No se puede afirmar con seguridad que Morena mantiene una ventaja.

Lo más probable es que la fractura de Morena beneficie, en primer lugar, a un candidato como Jaime Martínez Veloz, pero también puede dar lugar a otros fenómenos electorales que de alguna forma ya se habían dado por descontados en estas elecciones. Entre ellos los siguientes.

El descalabro de Morena, que puede agudizarse con el rechazo cada vez más evidente hacia su candidato a gobernador Jaime Bonilla y hacia el candidato a la alcaldía de Tijuana puede, paradójicamente, revitalizar el voto por el PAN, por Leyzaola en Tijuana, pero también puede fortalecer algunas opciones de partidos más pequeños o, en última instancia, también puede incentivar el persistente abstencionismo.

Es decir, la fractura de Morena y el rechazo a un personaje como Bonilla, puede dar lugar a una fragmentación del electorado si es que antes en el camino (o sea durante la campaña) no hay un candidato que crezca y avance de manera clara en las preferencias de los electores.

Si Bonilla se cae como opción política y los votos de Morena se dispersan, lo más probable, entonces, es que la disputa por la gubernatura estará principalmente entre J.M. Veloz (del PRD) y Óscar Vega Marín del PAN, en un escenario en el que se puede registrar un elevado abstencionismo.

Hay muchos elementos de análisis para sostener la viabilidad de este escenario. Primero, el ofensivo y ostentoso inicio de campaña electoral de Morena y del candidato Jaime Bonilla, con un derroche de recursos ya casi descartado de las campañas, manifestando una contradicción absoluta con lo que significa ese partido y lo que representa el discurso de López Obrador.

En su primera elección estatal, Morena en BC irrumpe como un partido anacrónico, ostentoso, haciendo gala de los viejos métodos del acarreo, con un anuncio en el edificio más alto de Tijuana, con taxistas haciendo fila y, lo peor, con un candidato a gobernador que rechaza los debates entre candidatos durante las campañas. Fue como ver aparecer al “viejo PRI”, con su torrente de oportunistas, o como el partido de los “nuevos ricos” que se guían por los signos del poder.

Algo totalmente contrario a las campañas de AMLO, a sus lemas de austeridad y a los lineamientos que rechazan la ostentación que contrasta con las limitaciones y la pobreza de la mayoría de la gente. La Morena de AMLO no existe en BC.

Son estas paradojas, para insistir con ellas, las que pueden dar lugar a que Morena y Bonilla terminen por revivir en BC el sentimiento anti-priista que todavía pervive en algunos sectores sociales, a pesar del tiempo y de las nuevas generaciones. Pero también estas viejas prácticas a las que recurren ahora los morenistas, pueden darle vida a un PAN que está llegando agotado y casi moribundo a esta elección.

Por último, un elemento más que abona a este escenario no obstante el triunfo de AMLO en la presidencia, es que la gran mayoría de los electores en México y a nivel de los estados, dejaron desde hace tiempo de creer en los partidos políticos, en especial en el PRI y el PAN, por eso votaron por López Obrador, pero eso no quiere decir que van a creer en Morena si este partido se comporta igual que los otros.

Si Morena en BC se transmuta en el “nuevo PRI”, como lo está demostrando, con candidatos “conversos” que en el discurso hablan en nombre de los pobres, pero que en el fondo son políticos ricos que buscan un puesto en el gobierno para promover e impulsar sus negocios particulares y las de sus amigos, como lo es en realidad Bonilla y otros candidatos de Morena, entonces este partido no representa una alternativa.

Parece poco pero es lo que está en juego en esta elección. Ante la falta de alternativas claras, el electorado puede fragmentarse y distribuirse en opciones distintas, salvo que en unos días más aparezca un candidato con fuerza que aglutine el prematuro desencanto que está provocando Morena.

*El autor es analista político.

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