Mar de fondo
¿Cómo votarán los jóvenes? Esta elección presidencial la decidirán los jóvenes, se ha dicho insistentemente por varias fuentes. Una razón fundamental para esta afirmación está, sencillamente, en el peso que tienen en el listado nominal, pues según las cifras dadas a conocer los jóvenes de 18 a 39 años representan 44.5 millones, lo que significa el 50 por ciento del total de electores. Si una buena parte de ellos acude a las urnas, entonces su voto será decisivo. Hay varias encuestas que señalan que la gran mayoría de los jóvenes de entre 18 y 36 años se están inclinando por Andrés Manuel López Obrador, en un 51 por ciento, mientras que por Ricardo Anaya lo haría el 29 por ciento y el 13 por José Antonio Meade. En una encuesta nacional del Instituto de Mercadotecnia y Opinión, publicada en marzo de este año, AMLO obtiene los más altos porcentajes de preferencias entre los grupos de edad de 18 a 24 años y de 25 a 34, pero también en los de 35-44 y 45-54, disminuyendo sus preferencias en el grupo de 55 o más. Es decir, entre más jóvenes los electores tienden a identificarse con López Obrador. En la encuesta más reciente del periódico Reforma, el 43 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 29 años votarán por AMLO, y sólo el 24 y el 12 por ciento lo harían por Anaya y por Meade, respectivamente. En el grupo de 30-49 años, el 38 por ciento votaría por Obrador y sólo el 18 y el 16 por Anaya y por Meade. Esta tendencia se repite una y otra vez en todos los estudios que se revisan para este proceso electoral. Esta tendencia es tan fuerte que no han faltado las voces que alertan sobre el voto de un sector de la población, el de los jóvenes, que pueden decidir quién será el próximo presidente de la República sin tener la suficiente información o la suficiente madurez política para saber cuál es la mejor opción para nuestro país, sobre todo los 14.5 millones de jóvenes que votarán por primera vez. Tampoco han faltado algunos analistas que suponen que el voto de los jóvenes que está atrayendo AMLO, se debe a las propuestas que él está haciendo a ese sector en el campo de la educación (becas y apoyos), en el trabajo o en el ingreso a las universidades (sin exámenes) y muchos otros. Propuestas que parecen ser más claras que las del resto de los candidatos a la presidencia. Sin embargo, sin descartar que así es algunos casos, la verdad es que el apoyo o la simpatía que AMLO tiene entre los jóvenes de manera sorprendente y mayoritaria descansa, más bien, en su identificación con el cambio. Los jóvenes en un alto porcentaje se identifican con el cambio, con la necesidad de que las cosas cambien en México. Quizás entre los jóvenes no hay suficiente claridad política de hacia dónde impulsar esos cambios o cuál es el contenido que deben tener, pero lo que sí tienen claro es que lo que hay, lo que tenemos en México en términos de sistema político y económico, no funciona ya desde hace años. Porque son los jóvenes los que más han resentido las crisis y el deterioro profundo que está viviendo el país con la corrupción imperante, la ineficiencia de los gobiernos y de manera dramática con la violencia y la inseguridad que todos los días cobra la vida de los jóvenes. Los jóvenes son los que más aborrecen la política y a los políticos, y los que menos se interesan por la participación electoral. Las cifras y los números nos muestran que los grupos más jóvenes no se identifican con el PRI, en primer lugar, pero tampoco con el PAN, que son los partidos que han gobernado en el país, pero tampoco se identifican con el discurso gastado de los políticos que glorifican a los jóvenes, los que hablan de que son el futuro del país y les prometen el cielo y las estrellas. Si hay un grupo “antisistema” realmente en México, ese grupo es el de los jóvenes que quizás por primera vez hoy están más conscientes de su poder o de su fuerza política, y de que con su voto pueden echar abajo todo lo que ya ha caducado, pero los partidos y las élites empresariales, así como otras entidades de poder, han impedido desde hace tiempo. Los jóvenes no son un grupo con los mismos ideales o con los mismos intereses, pero esta vez, como quizás en otros sectores, comparten un denominador común: la necesidad de cambiar, de salir del atolladero en el que está el país desde hace años, de abandonar lo viejo para buscar otro rumbo aunque parezca incierto y azaroso. El autor es analista político.
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