Creciente indignación por los sucesos de violencia
Con dádivas en dinero AMLO creó una clientela electoral que ahora favorece a la mandataria actual, pero que no rige en los ciudadanos conscientes.

Un muchacho le preguntó a Pepito: “¿Cómo te llamas?”. Respondió él: “Pepito”. “¡Ah! —se burló groseramente el otro—. Le cambias una letra y dice ‘Peputo’”. A su vez le preguntó Pepito: “¿Y tú cómo te llamas?”. Contestó el chocarrero: “Carcalino”. “¡Ah! —dijo Pepito—. Le cambias todas las letras y vas a tiznar a tu madre”. Busqué en el diccionario la definición de la palabra “definición”. “Definición: Acción y efecto de definir”. Quise luego definir “definir”: “Definir: Fijar con claridad, exactitud y precisión el significado de una palabra”. Parece repetitiva, redundante y reiterativa esa definición de la Academia, pero viene a cuento porque hallé entre mis papeles una serie de definiciones cuyo autor desconozco, por lo cual no puedo darle el crédito debido, pero que contienen ingenio y travesura, como las greguerías del español Gómez de la Serna, que hacía malabarismos con las palabras y las cosas. He aquí algunas de esas definiciones que encontré: “Polinesia. Policía mujer que no entiende razones”. “Asfaltado. No has venido”. “Ménsula. Pendéjula”. “Ministerio. Pequeño aparato estereofónico”. “Nogales. Que para hermana de papá”. “Anómalo. Hemorroides”. “Cachivache. Agujero a punto de convertirse en bache”. “Nuevamente. Cerebro sin usar”. “Depara. Está en las tarjetitas que se ponen en los regalos”. “Alfalfa. Primera letra del alfabeto griego”. “Tubérculo. Eso le decía el piel roja al que lo veía por atrás sin ropa”. Entre los individuos, como entre las naciones, llega el momento de las definiciones. Sigo viajando no sólo por doquier, sino también por todas partes. Lo seguiré haciendo mientras pueda arrastrar mi maleta en vez de que tengan que arrastrarme a mí. En mis viajes advierto entre la ciudadanía una creciente indignación por los sucesos de violencia recién acontecidos; por el ámbito de inseguridad, criminalidad e impunidad que priva en casi todo el territorio nacional, y que el régimen de la 4T se muestra incapaz de reprimir. Esa irritación, cada día más generalizada, se convertirá tarde o temprano en rechazo a quienes se han apoderado del país, ésos que se valieron de la democracia para acabar con ella. Llegará el tiempo de las definiciones, y surgirá una oposición nacida no de los partidos políticos, algunos ya casi desaparecidos, los demás vendidos, sino de la ciudadanía, especialmente de los jóvenes. Entre ellos nacerá una rebeldía como la de los años sesenta del pasado siglo. No es posible que prevalezca este régimen que tanto daño ha hecho y sigue haciendo a México, ya por sus malas acciones, ya por sus culpables omisiones. Mis palabras no son augurio fincado en eso que los ingleses llaman wishful thinking, la ilusión de que aquello que se desea se concretará. Lo que digo se basa en la observación de la realidad, que poco a poco se irá haciendo más real. A nadie engañe la supuesta popularidad de la presidenta Sheinbaum. Tal popularidad es comprada, como los aplausos de la claque en los antiguos teatros. Con dádivas en dinero AMLO creó una clientela electoral que ahora favorece a la mandataria actual, pero que no rige en los ciudadanos conscientes. De ellos han venido los grandes sacudimientos nacionales, lo mismo en la Independencia hecha por los criollos que en la Revolución encabezada por Madero. Será cosa del tiempo, pero el tiempo pasa, y este régimen antidemocrático también pasará. Al tiempo. Afrodisio, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, le comentó a un amigo: “Me gusta Clavelina porque es joven, bella, culta, elegante, inteligente, simpática y adúltera”. FIN
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