Benedicto XVI, un Papa sabio y santo
Cuando Benedicto XVI renunció como Papa, lo hizo con franqueza porque su estado de salud no le permitía seguir al frente de “la nave de Pedro”.
Raúl Espinoza Aguilera
Benedicto XVI nació en 16 de abril de 1927 en Marktl, Babiera, y fue electo en Roma como 265 romano Pontífice un 16 de abril de 2005, tras el fallecimiento de San Juan Pablo II.
Se dice que Babiera es de las regiones más alegres de Alemania. De proceden grandes músicos, compositores, artistas, cantantes. Era de todos sabido que el papa Ratzinger tocaba música clásica en piano, en especial las obras de Mozart. En cierto cumpleaños, un grupo de universitarias y universitarios le obsequiaron un piano de cola de chocolate. Al Papa le hizo una gracia especial por ese cariñoso detalle.
Nació rodeado del cariño de sus padres, hermanos. Y solía dar largos paseos por los bosques, ríos y lagos de su tierra. El mejor regalo que sus padres podían hacerle en Navidad era obsequiarle mascotas, como un perrito, un gato, un conejo.
Gozaba escribiendo y meditando sobre la reconciliación entre Dios y el hombre, así como en la paz entre los hombres. Tenía afición particular por las obras de San Agustín.
Pienso que si el cardenal Ratzinger no hubiera sido electo como romano Pontífice, hubiera pasado en la Historia de la Iglesia como uno de sus más brillantes teólogos. Desde aquel joven que impartía clases de Teología en varias universidades alemanas que produjo una obra célebre: “Introducción al cristianismo”.
Pasando por “El Espíritu de la Liturgia”, “La Sal de la tierra”, “Dios y mundo”, “Informe sobre la Fe” y su serial sobre la vida de Jesucristo, que para muchos cristianos constituyo un descubrimiento sobre la “Segunda Persona de la Santísima Trinidad”, del “Emmanuel, Dios con nosotros”, y lleva por nombre: “Jesús de Nazaret”.
Durante el Concilio Vaticano II tuvo una brillante participación como asesor del cardenal Josef Frings. Poco tiempo después fue nombrado Arzobispo de Munich y Frisinga. El papa Paulo VI lo nombró cardenal en 1977.
Durante el pontificado del papa Juan Pablo II fue nombrado para ser prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. De manera que en estos años se tenía a un Papa filósofo y a un prefecto teólogo.
Formaron una mancuerna ideal para resolver algunos temas de capital importancia, como la “Teología de Liberación”. En la década de los sesenta y setenta proliferaron los clérigos seguidores de esta tendencia mitad marxista-leninista y mitad guerrilleros.
Del binomio Juan Pablo II-Ratzinger surgió un espléndido texto consistente en que la verdadera liberación era combatir el pecado tanto personal como las estructuras de pecado (“La verdadera Teología de la Liberación”).
Otro tema fundamental fue el Derecho a la Vida desde su concepción hasta la muerte natural, vertido magistralmente en la Encíclica “El Evangelio de la Vida”.
Durante el Pontificado de Benedicto XVI subrayó en que no se puede experimentar con embriones humanos. También su rechazo al aborto y a la eutanasia.
Estuvo en la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia y recibió grandes muestras de afecto de la juventud de cinco continentes.
Del 23 al 28 de marzo de 2012 tuvimos su inolvidable visita tanto a nuestra Patria como a Cuba. Fue histórica la celebración de la santa Misa en el Cerro del Cubilete. Miles de familias se congregaron para participar en celebración eucarística del Sucesor de San Pedro.
Su sonrisa, humildad y serenidad cautivó a todos los mexicanos porque detrás de su rostro bondadoso y sencillo se encontraba un Papa teólogo, sabio, profundamente conocedor de los temas humanísticos de las personas de nuestro tiempo.
Cuando Benedicto XVI renunció como Papa, lo hizo con franqueza porque su estado de salud no le permitía seguir al frente de “la nave de Pedro”. Su sucesor, el papa Francisco lo resumía así: “Es maravilloso tener a un abuelo sabio en casa”.
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