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Diez apuntes sobre las precampañas presidenciales (ya acabadas)

Con menos de 100 días efectivos de campaña presidencial restantes, la puerta trasera de las sorpresas va cerrándose.

1. El nivel de conocimiento de Xóchitl Gálvez subió a 7 u 8 de cada 10 electores. La brecha restante que pueda haber con Claudia Sheinbaum es ya baladí. Gálvez quemó la carta de incertidumbre, y el estancamiento en intención de voto se debe a una alianza contra natura entre pares desgastados y a los autogoles de la candidata.

2. La mayor pifia de Xóchitl Gálvez no fue táctica (aunque colecciona traspiés de jardín de niños), sino estratégica. No pivoteó cuando debió hacerlo: Redobló ataques a López Obrador, quien promedia 68% de aprobación (Oráculus) y alcanza en vivienda notas aún más altas. Jugó con fuego y salió quemada.

3. La ilusión que pudo haber despertado Xóchitl Gálvez en círculos panistas con intención de contagio al resto de la coalición y después al elector apartidista -al obradorismo nunca iba a llegar- se disolvió más pronto que una alkaseltzer.

4. Marko Cortés transformó inadvertidamente la realidad mexicana contemporánea. El rechazo a tejidos cupulares alcanza nuevas alturas mientras la desconfianza en organismos autónomos y notarías crece por simulación confesa. Entre “Alito” y Marko, el descrédito en las dirigencias coaligadas toca niveles insostenibles.

5. Se volvió lugar común y de los transitólogos asegurar que los gobiernos de coalición son per se mejores. Pero la unión PRI-PAN dinamita validez y simpatías al argumento por maridajes destinados al divorcio: Pugnas por acuerdos incumplidos y reparto de feudos hasta alcanzar capas institucionales bajas, quizá inferiores frente al contrafactual unipartidista. En suma, eclecticismo sin síntesis o escolástica sin dialéctica, parafraseando a Lenin.

6. Claudia Sheinbaum sorteó con éxito la primera muralla china que enfrentó como líder emergente de un partido nacional gobernante: El riesgo de cisma. Su fortaleza como candidata descansa en los resultados como jefa de Gobierno, particularmente en política de seguridad. Suma puntos adicionales en militancia probada, coherencia ideológica y cercanía al Presidente. También sabe alimentar y acotar el pragmatismo según el contexto. En hombros de esos atributos, puede prescindir del carisma y conservar el éxito. A nivel nacional, Sheinbaum es una rara avis cuyas dimensiones y techo aún evolucionan. A nivel internacional, sus comparables podrían ser Rousseff o Merkel en la realidad, y en la ficción tiene cosas de Birgitte Nyborg (Borgen).

7. Así como López Obrador recogió y formó bases del activismo con la sucesión de eventos a la postre históricos, como el desafuero por nombrar uno, nada impide que Claudia Sheinbaum adopte esas mismas bases que en un primer momento guardarán luto natural para después ampliarlas. Una militancia galvanizada se nutre de emociones, y Sheinbaum tiene en particular una robusta cantera inexplotada de jóvenes mujeres militantes cuyo ascenso y desarrollo podría cultivar como base social propia e indisputable.

8. El bodrio de Samuel García demostró que MC no está listo para el gran escenario nacional. Cobró factura la toxicidad de la que es corresponsable en Nuevo León. A botepronto, Álvarez Máynez carece del carisma, las bases sociales, el intelecto y los apoyos internos para superar el 5.5% del Bronco (2018), quien por otro lado tampoco fue lumbrera alguna.

9. Ricardo Anaya y Manlio Fabio Beltrones regresarían a la vitrina nacional vía el Senado. Morena podría beneficiarse por al menos dos canales: 1) el elevado rechazo que generan (balances de opinión sumergidos en lo rojo) y 2) la contención natural que podrían jugar a una ultraderecha por ahora acéfala sin Verástegui, actuando como cadeneros de cierta moderación en la correlación de fuerzas al interior de sus partidos.

10. Falta color programático. Xóchitl es la más obligada: 1) Sheinbaum representa continuidad del grueso de políticas públicas (en sí una primera definición) y 2) Gálvez carece de historial relevante en Gobierno para evaluar su pasado y proyectar su futuro, sin mencionar que 3) las encuestas castigan por ahora su discurso anodino.

Con menos de 100 días efectivos de campaña presidencial restantes, la puerta trasera de las sorpresas va cerrándose.