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Micky; un cimarrón con corazón haitiano

Con un corazón de acero, Jean Bernaud Gillen, mejor conocido como “Micky” por sus amigos, es un joven haitiano de 23 años edad próximo estudiante de la UABC, que al igual que muchos otros migrantes de Haití, dejó su país, su familia y amistades por cumplir su sueño de estudiar la universidad y buscar el sueño americano.

Encontrar la oportunidad para ser un cimarrón, fue una tarea que implicó esfuerzo, sacrificio y largas horas de estudio que gracias a su perseverancia, su paso como universitario es solo el capítulo de una historia que apenas comienza.

Nacido en la ciudad de Gonaïves, Haití, “Micky” estudió su educación básica en su localidad mientras que la preparatoria la culminó en la ciudad capital, Puerto Príncipe, donde sabía que su destino no se encontraba ahí.

La pobreza, falta de empleo y el mal gobierno de la isla haitiana, fueron motivos suficientes para que Jean Bernaud un 11 de febrero del 2016, se aventurara en la búsqueda de una mejor oportunidad para él fuera de su país, a sabiendas de los peligros que esto conllevaba.

“Yo sabía que podía morir pero tenía que hacerlo, tenía que hacer valer el esfuerzo”, comentó.

El camino no fue sencillo, pues desde Haití tuvo que cruzar 10 países para llegar a territorio mexicano, recorrido que lo llevo a enfrentarse a sus peores miedos y temores, una odisea donde convivió con la soledad y la incertidumbre día tras día.

“Tuve que viajar dentro de una cajuela para cruzar la frontera de Chile con Perú y mantenerme callado para que no me descubrieran” mencionó con una mirada que reflejaba el recuerdo.

Víctima de robo y abuso por “los polleros” en más de una ocasión, “Micky” jamás detuvo su andar donde cruzó ríos, montañas y caminos empedrados que por momentos, lo hacían desear la muerte.

“Una vez en Colombia empezó a llover mucho, nosotros habíamos caminado por horas, me sentía muy cansado y en ese momento solo deseaba dormir y ya no despertar”, comentó.

Aun viviendo momentos de angustia, comiendo solo arroz y sardinas durante días, y presenciar el fallecimiento de varios compañeros migrantes, Jean Bernaud agradecía a Dios por darle la fuerza suficiente para resistir.

“Tenía que ser inteligente y como hablaba poco español, me hice pasar por traductor pues así los policías me podían hacer favores, como poder comunicarme con mis hermanos en Haití”, indicó.

Un último río por cruzar entre la frontera Guatemala-México, fue la entrada que necesitaba para tocar suelo azteca, un suelo que sin saberlo, ya lo estaba esperando. Aunque de nueva cuenta obstáculos se le interpusieron en su camino, logró conseguir la visa humanitaria que le permitía residir en el país durante un año.

“Yo solo traía dos cambios de ropa y en México, precisamente

en Mexicali me ayudaron mucho, pues realmente no traía nada”, mencionó.

Mexicali para él, fue sinónimo de esperanza, lucha y entrega, pues encontró un empleo donde continuamente veía pasar estudiantes, generando en su corazón las ganas de convertirse en universitario.

“Cruzar a Estados Unidos ya no era opción, su nuevo presidente ya no nos iba a dejar entrar, pero estando aquí en México sentí una fuerte conexión que me decía: Micky, tu lugar es aquí y estudiar aquí”, agregó.

Jean Bernaud, ahora con una sonrisa en el rostro al saber que entrará a la universidad, comenta que no se rendirá, pues el camino ha sido largo y sabe que debe continuar cueste lo que cueste, pues se sabe con disciplina.

“Aunque no tengo nada, si tengo que ir a la escuela a pie voy a hacer el sacrificio, porque la educación tiene mucho valor para mi”, señaló Micky, quien desea tener su propio pizarrón para realizar sus operaciones y no gastar en papel.

Su objetivo es ser un excelente estudiante, ingresar a la sociedad de alumnos y así poder ayudar a los demás pues se siente agradecido por el cálido abrazo que le ha ofrecido la comunidad cachanilla.

Con un sentido de fraternidad, comentó sentirse mexicano y querer a sus hermanos mexicalenses pues reconoce su bondad y los ve como iguales. “En México me siento como en mi casa, como en mi país, yo ya me siento mexicano”, agregó.

Actualmente “Micky” trabaja en una dulcería y limpiando casas entre semana para poder pagar la renta de una casa, que alberga sus sueños, esperanzas y sobre todo, libros que devora con el afán de sentirse más preparado, pues sabe que se aproxima, un nuevo desafío en su vida.

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