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El Covid y yo: Recuento de un diciembre inesperado

Emprendedora, esposa y madre de tres pequeños, Myrna Sánchez, como otras ya cerca de 30 mil personas en Baja California, ha tenido que sortear los inconvenientes y las preocupaciones de padecer covid. Una experiencia que a continuación comparte.

El Covid y yo: Recuento de un diciembre inesperado

Tijuana, BC.-Diciembre me sorprendió. Fueron nueve meses de pandemia, nueve meses de miedos continuos, de vivir una absurda y “nueva normalidad”. Nueve meses en encierro, con salidas esenciales y una que otra “clandestina”, y en la “época más hermosa del año”, mi favorita por cierto, el temido diagnóstico llegó: Myrna Sánchez, SARS-Covid 2 positivo.

Moriré? El único pensamiento que abrumaba mi mente. Lo leía y releía...pero el médico lo confirmó . No había duda. Y en ese momento, el tiempo se detuvo, las lágrimas brotaron y me acobardé. Mis hijos, pensé.

Pero en ese momento éramos mis monstruos y yo, mis traumas y yo, mis heridas y yo, y debía domarlos a cómo diera lugar y enfocarme en mí, lo dijo el doctor muchas veces.

Días antes, Adrián había comenzado con síntomas moderados, según la clasificación médica.

Había esperanza de que yo fuera asintomática pero sólo era cuestión de tiempo,

En la “salud y en la enfermedad”, dicen la ley de Dios y de los hombres, y hoy luego de muchas penas y alegrías nos tocó la enfermedad.

Saberte tranquilo, porque a pesar de que librabas tu propia batalla, me hiciste reír, me cuidaste, me diste de comer, calmaste mis miedos, mis angustias, me dio tranquilidad, tanta que hasta pensé: si ya estamos en esto, pues de una vez. Y así fue...

Pero en nuestro encierro, aislados del mundo, sin poder tocarnos, hablándonos de espaldas; nos reímos tanto, reflexionamos, lloramos, agradecimos, prometimos, estuvimos juntos de una forma diferente pero cómo hacía mucho no lo hacíamos. Te amo!

“Nada es suficiente”

Hubo molestia, incredulidad pero si !yo era de las que “exageraba” en su cuidado!, comenté en mi primera consulta médica; botes de lysol, antibacterial, jabón, invitaciones rechazadas, visitas restringidas, respete la sana distancia, nomás viera! pues ahí está tu “exagerado”: te enfermaste, dijo el doctor.

Una verdad que me cayó como “balde de agua fría” al entender aquello que muchos decían y que yo no alcanzaba a comprender: todos nos vamos a enfermar!

Y aunque hubo momentos, al iniciar esta pandemia, en los que desee estar en el 20% de los que no se enfermará. En ese grupo privilegiado de “inmunes”; Desafortunadamente me tocó. Un descuido bastó. ¿Cuándo? Ni yo sé. ¿Dónde? En casa, junto a mi esposo y mis hijos.

Las cosas como son...

Confieso que al inicio de la cuarentena sufrí depresión, temor, ansiedad, insomnio, aprehensión, experimenté la incertidumbre del ¿qué pasará? ¿Y si me enfermo? Y ¿si muero?

Y en ese tenor creo que algunas de mis publicaciones fueron violentas, casi directas, casi etiquetadas; me juzgué y juzgué muy duro, lo sé, lo siento, pero en verdad tenía mucho miedo. No quería enfermar ni ser responsable de un contagio, mucho menos morir.

Covid 19: algo ‘tranquis’

De mis síntomas sólo puedo decir: ligero ardor de garganta, piquetitos en el pecho, algunos leves, otros intensos, diarrea. Sudoración nocturna. Opresión. Neumonía viral. Nada de gravedad. cansancio, pérdida leve del olfato. Nariz congestionada. Vértigo. Y sueño, mucho sueño, pero también insomnio.

Un tratamiento de 10 días y un estricto aislamiento de doce. Medicación cada 8, 12 y 24 horas, un día si, otro no, tres inyecciones y una larga lista de antiinflamatorios, anti virales, relajantes musculares; casi 10 pastillas al día más cinco vitaminas, cero estrés, reposo absoluto, hidratación en exceso (4-5 litros diarios) risas desbordadas de esas que te ponen el pulmón y la barriga a punto de reventar, acompañadas del reiterado pensamiento de que todo estaría bien y una actitud vencedora fueron la clave.

La enfermedad y su carga viral fueron benévolas en nosotros y el tratamiento efectivo, el sistema inmunológico estaba en óptimas condiciones pues de no ser así, el resultado habría sido distinto.

Pero las recomendaciones de mi doctor Raymundo Serrano Rodriguez, adscrito a la Clínica de Fiebre de la Jurisdicción Sanitaria de la colonia La Villa, de la Secretaría de Salud del Estado, fueron indispensables para mi recuperación.

Agradecida con usted doctor, sus recomendaciones, consejos pero sobre todo la calidez de su atención fueron lo mejor. A usted le tocó verme quebrar, recibir el primer llanto desbordado, pero también fue usted el primero en decirme: vive, descansa, más que una enfermedad tómalo como las vacaciones de tu vida, tal vez el covid llegó porque necesitabas un descanso, la vida de hoy es tan agitada que a veces no tienes tiempo ni para ti, ahora vívelo, enfréntalo sin miedo, porque eso es lo que espera esta enfermedad, te ataca donde estás enfermo. Lo vas a superar, eres joven, estás sana, enfócate en ti. Y cuando salgas díselo a la gente, eres una sobreviviente, ya tienes algo que contar, dijo.

“El que la gente no sea responsable es lo que nos está llevando por la borda”, el brote ahorita es más fuerte y no porque la enfermedad en sí sea más fuerte, la gente está cansada de estar encerrada, sale y pues se contagia”, me dijo.

Lista para la batalla...

Mi bienestar y salud previos aunado al hecho de no tomar (qué lo hago muy poco), no fumar, no tener comorbilidades, entre otras, fueron mis armas más valiosas para esta batalla y lo es, porque el virus, por más simple y moderado que sea, te tumba, te hace desvariar, pero el miedo, ese es el que te hace caer.

Los tiempos de Dios son perfectos y cuando el covid llegó a mi vida, creo haber estado lista para enfrentarlo.

¿Qué si llore? Sí, pero también reprimí mis emociones porque el covid espera un descuido para atacarte. Bajo esa advertencia traté de mantener el ánimo arriba y la esperanza de que todo saldría bien, casi todos los días. Hubo muchos días buenos y otros en los que el cuerpo parecía haber recibido la paliza de su vida. Pero siempre hubo fe.

No fue fácil, lo admito; nunca antes había peleado tanto por mi como ahora, eran mis hijos y Adrian, mi familia y mucha gente a la que quiero, pero por encima de ellos estaba YO y solamente YO.

Mi papá me enseñó a pescar, tender redes a mi paso para lograr lo que quiero, y la vida...a tomarla por los cuernos. Y gracias a eso, hoy estoy aquí.

Por ustedes...mi principal motor

A mis hijos, mis tres grandes amores, gracias por su paciencia, por su tranquilidad, por ayudar a mamá y papá para su recuperación. Gracias mis amores, por estar a la altura, por ser los mejores; porque son míos; tenerlos a unos metros de distancia y no poder tocarlos, ni estar junto a ustedes durante 15 días fue lo más doloroso de esta experiencia, pero verlos crecer de un día para otro, mi mayor recompensa; eso si, entendí que aún no estamos listos para vivir el uno sin el otro, pero hoy, hoy lo hicimos y debemos sentirnos muy orgullosos!

Corresponsabilidad

“Ganar la batalla”, una frase que finalmente cobra sentido y relevancia. Y con eso me quedo. Cuando tienes salud, 14 días no son nada pero cuando tienes covid, 14 días son una eternidad. Cuídense mucho aunque exageren, aunque se vean “ridículos”, no está demás pero no olviden que hagan lo que hagan y como bien lo dijo el doctor: Ahí está tu “exagerado”, te enfermaste!

Sean corresponsables, pónganse en los zapatos del otro, por favor, a sus hijos, padres, hermanos, amigos, sobre todo ustedes mismos, demuéstrenles su amor y respeto siguiendo sus reglas por más tontas que parezcan; eso si, si no les parecen no vayan, aléjense, pero no se burlen ni lo tomen mal y mucho menos se ofendan, que allá afuera aún hay mucha gente que no ha padecido la enfermedad y que probablemente no pueda superarla. Ojalá y no les toque un ser querido porque lo van a lamentar. Que en ustedes no quede.

Esto no es culpa de AMLO, Gatell o Bonilla, ni siquiera Pérez Rico, Trump o la OMS, ellos aún con todo y todo, hacen lo que pueden, tampoco los defiendo. Entiendan que la responsabilidad es nuestra y de nadie más. Y eso me quedó claro desde Marzo pasado.

Si entendiéramos eso, esta pandemia habría acabado hace mucho tiempo. Si esto se ha descontrolado es por culpa nuestra, por egoísmo pero qué hacer cuando nuestro mayor defecto es “ser humanos”, peor aún porque no podemos experimentar en cabeza ajena.

Si están dispuestos a vivir esto, síganle. Ahi llévensela. No pasa nada. Pero después de haberlo padecido, sólo puedo suplicarles que pongamos un granito de lo que quieran, menos de incredulidad y valemadrismo, porque estoy segura que si los unimos serán miles como la arena del mar y pronto saldremos de esto.

Si no quieren hacerlo por ustedes, háganlo por los médicos! Qué culpa tienen ellos de tu irresponsabilidad, de tu reacia necesidad de unos míseros dulces, de tus orgullosas publicaciones por aquí y por allá, de tu estupidez disfrazada de “valentía” al pretender “burlar” el virus. Un descuido y 15 minutos bastan para contagiarte y unos cuantos días más para vivir o morir. El virus hace lo suyo pero la clave está en ti.

Muchos médicos están ahí por vocación pero también tienen una familia, un sueldo por devengar y seres amados de quien cuidar. Hoy que estuve ahí, pude comprender que detrás de ese “infranqueable” uniforme, también hay frustración y miedo, pero no por ti, por ellos y los suyos...y lágrimas, porque cada batalla perdida tuya es “suya”, porque por cada mala decisión tuya, para ellos es una posibilidad de no volver a ver a los suyos. Hacen lo que pueden, y contra eso, ni todo el dinero del mundo es suficiente.

Todo puede esperar, pero tu vida y tu salud no. Y algo más importante que esto, NADA. Al menos para mí, ésta será una experiencia que la marcará por siempre.

Quédense en casa, usen su cubre bocas, respeten la sana distancia. ¡Cuídense por el amor de Dios! Esto no es un invento o un cuento chino para controlar a las masas, al menos a mi no me pagaron, ni me ofrecieron nada para ofrecerme como voluntaria. Y aunque lo hubieran hecho, ni madres que le entro, mi bienestar vale más que nada en el mundo. Créanme esto es tan real que lo viví.

Sean prudentes, cuídense que su vida no vale 11 mil y tantos pesos. Al menos no la mía.

Y a prepararme para lo que venga, por qué esto no termina aquí, son 14 días de vivir con el virus y varios más (alrededor de 21)para asegurarte que no contagiarás; después vendrán algunos meses de cuidados para no recaer o sufrir alguna otra enfermedad, según me han dicho, porque aunque el virus SARS-Covid-2, y su enfermedad la Covid 19 se manifestaron de manera leve a moderada, casi asintomática en mi cuerpo, habrá secuelas en mi sistema respiratorio principalmente en los pulmones.

Si, yo que era casi inmune a una gripa y que allá a las “500” me enfermaba. A ver qué me toca, pero cualquier cosa es mejor que morir. Ni modo, así es esto.

De mis hijos puedo decir que hasta el momento no ha presentado síntomas, pero antes de tener contacto con algunas otras personas habremos de realizarnos las pruebas para descartar ser portadores del virus, aunque a partir del día 15 dejas de ser contagioso, la responsabilidad termina hasta que obtienes el ansiado negativo.

Pero por ahora a dejar la cama en la que estuve postrada durante varios días, a disfrutar del aire fresco, a dejar de ver las paredes de mi cuarto y a transitar por la “nueva normalidad” con “tranquilidad”.

¡Pero esperen, estamos en rojo! Y por respeto a lo vivido y con mi inmunidad a cuestas, pero sobre todo por convicción propia, me quedaré en casa. Lo superé una vez, una segunda...quién sabe.

Diciembre me sorprendió. Jamás vuelvo a pedir sorpresas, que si no me gustaban ahora menos. Fueron nueve meses de pandemia, nueve meses de miedos continuos, de vivir una absurda y “nueva normalidad”, nada más vil, nada más comercial que eso, mi propio médico y su retumbante, “ahí está tu exagerado”: te enfermaste, lo confirmó.

Caí, pero me levante, corrí con suerte...Estoy aquí. Soy muy afortunada y bendecida. Hoy, gracias a Dios puedo decir: sobrevivimos la Covid.

En tres meses más, vuelvo a estar en riesgo. Al final, de eso se trata la vida, ahora si que a vivirla y sobrevivirla con lo que venga, sin tentar a la suerte.

Gracias Dios, gracias vida.

Y la razón de esto es crear un poquito de conciencia, me pasó a mi, a mi esposo, a mi familia, a pesar de muchos cuidados, de una que otra espalda dada, de críticas y burlas, las cuales al menos por hoy, les pido se reserven.

Seguimos aquí y eso es lo que cuenta. Gracias Dios, gracias vida...

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