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El Imparcial / Tijuana / Albergue Benito Juárez

Cierra el albergue Benito Juárez; cientos se resisten

Dos días de lluvia fueron suficientes para arrasar con la “Pequeña Centroamérica” que desde hace dos semanas 6 mil 62 migrantes de Honduras, El Salvador y Guatemala habían formado en el albergue de la Unidad Deportiva Benito Juárez.

Ahí perdieron sus pocas pertenencias: Ropa, zapatos, cobijas.

Todo. Algunas personas solo se quedaron con la ropa que han vestido en los últimos días.

Los adultos hicieron una jornada de limpieza en la cancha de beisbol mientras los niños jugaban futbol entre el lodo.

“Es como un calvario. El camino de Honduras a Guatemala, tantas horas caminando. Llegar a Tijuana y saber que no es nada fácil ir para Estados Unidos y aparte el clima, todo lo ha hecho más difícil”, dijo Claudia, quien con tristeza pensaba en su nuevo plan para proteger a sus tres hijas de las bajas temperaturas mientras espera iniciar su trámite de asilo humanitario en Estados Unidos.

Así como ella, docenas de mujeres migrantes han caído en razón que estar en Tijuana en condición de migrante no significa un paso directo a Norteamérica, a pesar de estar tan cerca de la frontera, de las manifestaciones o la huelga de hambre que inició un grupo de sus compatriotas.

Desde el amanecer, las autoridades del 22 Ayuntamiento de la ciudad avisaron a los migrantes que el albergue cerraría para abrir el nuevo en El Barretal, ubicado en el Mariano Matamoros, de la Zona Este de Tijuana.

De inmediato se propagó la desinformación: El Barretal era una cárcel y estaba muy lejos de la Garita de Tijuana-San Ysidro, por lo que pensaron que trasladarse ahí les quitaría su oportunidad para conseguir su asilo o que estando tan lejos no llamarían la atención de las autoridades estadounidenses.

Así, cientos de personas, inducidas por un presunto defensor de los derechos humanos de El Salvador, tomaron la decisión de instalarse en las calles o banquetas nuevamente improvisando casas de campaña y arriesgando más su deteriorada salud.

Uno de ellos fue Rudy Willy, quien colocó un colchón de bajo de su casa de campaña para evitar que el lodo y el agua la destruyeran, además la cubrió con cobijas y lonas que se encontró en el camino.

El oficial Víctor Manuel Coronel Quintero, encargado de la Unidad de Atención al Migrante de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), fue una de las autoridades que tuvieron la difícil tarea de convencer a los migrantes para que aceptaran su traslado al nuevo refugio del Barretal.

“No están impuestos a respetar las leyes. Uno les está ayudando para que estén lo mejor posible en otro albergue, pero los malinforman, más a los hombres que a las mujeres”, dijo.

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