El Piri, frente a una nueva crisis por coronavirus
El establecimiento que opera desde 1934 en la zona Centro ha logrado sobrevivir a otras contingencias.

Desde 1934 El Piri ha dado servicio sobre la avenida México en la zona Centro de Tijuana, primero como una pequeña tienda de abarrotes para posteriormente ampliar su oferta de productos en 1969 al renovarse bajo el mando de don Julián Palombo Saucedo.
La tienda, farmacia y licorería desde entonces se ha enfrentado a múltiples crisis y han salido bien librados; desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, cuando cayó el turismo y el tránsito entre EU y México, hasta la guerra entre grupos del narcotráfico.
Pero ante la contingencia del coronavirus (Covid-19), Palombo Saucedo no cree poder resistirlo, porque calcula que apenas podrá mantener el negocio un mes o mes y medio.
“Te puedo decir que ahorita tenemos ventas desplomadas en un 90%. El sábado andábamos en un menos 75%, el domingo en menos 80% y al día de hoy andamos en un 90% menos”, reveló.
Aunque el local cuenta con mercancía de alta demanda como medicamentos y alimentos, no hay venta, porque ya no hay turistas, ni clientes y mucho menos peatones.
El Piri se encuentra trabajando actualmente con algunas lámparas apagadas, con la luz de los refrigeradores sin encender, con horario recortado, con menos personal para poder minimizar los gastos corrientes y sobrevivir lo que dure la contingencia sanitaria.
“Son gastos corrientes que algunos de ellos los podemos negociar pero otros depende de que la autoridad federal principalmente otorgue algún apoyo, algún estímulo en cuanto a los pagos de estos compromisos que tenemos fiscales”, manifestó Julián Palombo Saucedo.
La historia del Piri
El nombre de El Piri se lo puso la dueña que originalmente lo inició porque uno de sus hijos era boxeador en los años veinte.
“Era un boxeador muy popular y dicen los que lo conocieron que muy bueno, le decían ‘El Piri’ Adame, por eso su madre le puso ese nombre a la abarrotera, en 1934”, contó Palombo Saucedo.
Posteriormente se lo rentó a don Víctor González, quien lo mantuvo operando cerca de 25 años y para 1969 decidió traspasarlo y el local quedó en manos de don Julián Palombo y su madre.
“Era un localito de madera mal hecho, pero al final de cuentas era muy productivo; era la única tiendita enfrente de la central camionera, hay una base de taxis azules y blancos, y además todos los que venían del otro lado pasaban por aquí”, recordó.
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