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Un standupero caro

Son tantos, tan seguidos y tan graves los escándalos en los que se ha visto involucrado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que no se entiende cómo siga teniendo tan altos índices de aprobación.

Son tantos, tan seguidos y tan graves los escándalos en los que se ha visto involucrado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que no se entiende cómo siga teniendo tan altos índices de aprobación. Por menos de lo que se ha publicado en el escándalo de los Guacamaya Links, en otros países con medianos niveles democráticos, el presidente y miembros de su gabinete ya estuvieran bajo investigación y varios de sus familiares, hermanos e hijos, en la mira de los fiscales. Docenas de soldados y mandos superiores, generales incluidos, ya estarían siendo juzgados en una Corte Militar.

Pero no ocurre lo mismo en México. Al contrario de lo que podríamos esperar, López Obrador ha sabido utilizar esa información secreta hecha pública por un grupo de hackers internacionales, para fortalecerse y fortalecer su proyecto político. Es tanta, tan variada y tan profusa la información que aparece en los documentos hackeados a la Secretaría de la Defensa Nacional, que acaba por morir sola. La nota de la tarde, mata la noticia de la mañana.

Y el presidente se divierte. Y si se enoja, lo oculta muy bien. Culpa de todo a sus adversarios, a los neoconservadores, a los que no quieren al pueblo, los que han abusado de los humildes. Hace listas de los posibles candidatos presidenciales de la oposición. Se burla. Se ríe. Utiliza a los periodistas a su servicio para desviar la atención, encauzar su narrativa. Él no da la nota..él es la nota.

Sabe que nadie investiga nada, nadie exige. Él controla la Fiscalía General de la República. Las pruebas, los videos circulan por todas las redes sociales con sus hermanos recibiendo sobres con dinero. Pero basta con que aparezca al día siguiente en su mañanera para, con ironía y sarcasmo, “matar” las noticias sobre corrupción, inseguridad, carestía, renuncias en su gabinete, pleitos internos y otros males que lastiman al país y abonan al encono y la división nacional.

¿Por qué nada parece dañar la imagen del presidente de México, a pesar del pésimo desempeño y las críticas crecientes que se escuchan de boca en boca? En los hechos, gran parte de las encuestas, incluyendo las consideradas serias, nos muestran que la mayoría de los mexicanos lo siguen apoyando y lo siguen calificando positivamente. Siguen creyendo en él y tienen sus esperanzas puestas en que las cosas mejoren bajo su mandato.

Es difícil explicarlo, pero sin duda tiene mucho que ver con la forma en que López Obrador ha sostenido su discurso y ha cumplido con los apoyos ofrecidos a su principal base electoral. Los más pobres. Por eso en lo que va de su administración ha sumado 4 millones de pobres más a la lista de quienes apenas tienen para comer. Son ellos los que le perdonan todo y lo mantienen arriba en las encuestas a pesar de que, esa mayoría que lo apoya, también advierte que México está cada vez peor en seguridad, economía y salud, entre otros temas.

Pero eso no importa mucho cuando el tlatoani mayor, cada mañana critica a los ricos, pero se va a desayunar con Slim. Acusa a los gringos de intervencionistas y se toma el café con Ken Salazar. Responde a los reportajes y denuncias con frases populares y las remata con una canción de Chico Ché, Juan Gabriel o Silvio Rodríguez. En su playlist, Para todos tiene. La plaza enloquece y disfruta.

¿Que mataron a 17 en Guanajuato? ¿Otros tantos en Tijuana? ¿Qué Sonora no se las acaba con todo y su gobernador Alfonso Durazo presumía paz y tranquilidad en su primer informe de gobierno? Nooooo…no es para tanto. Exageran los adversarios. Eso ya no pasa en este gobierno, porque el pueblo es bueno, el pueblo, el pueblo, el pueblo…

Pero el pueblo algún día tendrá que quitarse la venda de los ojos para ver con claridad la clase de gobernantes que tenemos. Verán cómo una y otra vez nos siguen engañando. Que no solo son iguales, sino que son peores que los otros. Tendrán que quitarse la cerilla de los oídos para que escuchen las estruendosas y enormes mentiras que día con día nos lanzan desde todas las tribunas oficialistas y se repiten en las redes sociales. Y esto va para todos.

El presidente López tiene hoy, como nunca antes presidente alguno tuvo, el poder concentrado en su persona. Cuenta con una indiscutible mayoría calificada en la Cámara de Diputados, mayoría en la de Senadores, son ya 22 los estados gobernados por Morena y sus aliados y van por Coahuila y el Estado de México. Tiene cooptado al Ejército y la oposición, Alito dixit, baila al ritmo que le toquen. Persisten las prácticas de ofertas, primero, y amenazas después, contra políticos, luchadores sociales, empresarios y periodistas. El espionaje hoy es inteligencia. Se llama distinto, pero se practica igual.

Con su discurso como opositor, López Obrador integró un gran movimiento cuyo discurso se basó en vender la esperanza de un verdadero cambio para transformar al país hacia una mayor justicia social. 30 millones creyeron en él y le dieron el poder. Pero el poder lo transformó a él y se olvidó del movimiento.

No sabemos hasta cuándo los mexicanos estaremos dispuestos a ver cómo el país se nos va de las manos, la sangre siga corriendo por las calles, nuestros niños y jóvenes sigan siendo carne de cañón para la delincuencia organizada, las “tienditas” operen en total impunidad, la corrupción nos ahogue. Cierto, no es culpa de él, pero a él, como presidente de los mexicanos, le toca responder y resolver. Ya basta de dichos y cancioncitas. Como standupero nos sale muy caro y como estadista sigue quedando a deber.

*El autor es periodista con 45 años de experiencia, licenciado en periodismo, asesor en comunicación y marketing político, consultor de medios

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