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Un camino de hallazgos: a treinta años de distancia

La poesía bajacaliforniana es parte importante, vital, de la identidad bajacaliforniana desde la generación de los pioneros hasta la actualidad.

La poesía bajacaliforniana es parte importante, vital, de la identidad bajacaliforniana desde la generación de los pioneros hasta la actualidad. Como buena parte de la literatura de provincia, la poesía bajacaliforniana está llena, desde el siglo XIX, de poetas cívicos y de poemas que celebran sus riquezas naturales, paisajes, historia y personajes del pasado. Si leemos estos textos, realizados con el afán pedagógico de instruir sobre nuestras fortalezas y expuestos declamatoriamente en festejos comunitarios, nos encontramos con poemas que muestran, sin ambages, el orgullo de ser parte de nuestra entidad.

La poesía, sin embargo, no sólo se escribió durante el siglo XX y nuestra época como una obligación cívica o educativa, sino como un punto de vista personal acerca de los asuntos de la realidad más cercana a sus autores, más acuciante a su conciencia ciudadana. Por ello, la poesía nuestra no sólo surge de las aulas escolares o de los concursos celebratorios locales. El espacio idóneo para la poesía son las tertulias literarias y las salas de los periódicos, ya que sus principales creadores son los poetas-periodistas que aparecen en el Distrito Norte de la Baja California a partir del último cuarto del siglo XIX y que van a tener un auge inusitado a partir de 1920 en adelante.

Y, por lo mismo, sus principales representantes serán poetas de vocación y periodistas de oficio, quienes darán a conocer sus opiniones de una sociedad en cambio permanente, de un mundo fronterizo donde todo es novedad y sorpresa, copia y creación, mezcla y fricción perpetua. En generaciones más recientes, la poesía pasa a poetas con tendencia a la rebeldía social, a la oposición personal ante los acontecimientos del estado, del país o del mundo. Y se da en el marco de los talleres literarios y las publicaciones independientes. El punto de vista de estos nuevos poetas que van apareciendo hacia los años setenta y ochenta del siglo XX en adelante, deja de ser periodístico y se transforma en una crónica de la realidad desde las márgenes de la cultura oficial. Poesía libre que exige se le escuche, se le atienda en sus protestas, imaginarios y experimentos.

De ahí que en 1985 publiqué mi primera antología sobre la poesía joven de Baja California: Parvada, que la UABC editó en un llamativo papel verde. Con los años, sin embargo, me percaté que faltaba exponer un panorama de toda la poesía bajacaliforniana del siglo XX y por ello me di a la tarea de compilar a los poetas, de todas las tendencias y generaciones, que lograron publicar en libros, revistas y periódicos sus textos líricos. A tal antología, que igualmente me publicó nuestra máxima casa de estudios, la titulé Un camino de hallazgos. Se editó en dos tomos y su propósito fue darle su lugar a decenas de poetas bajacalifornianos, desde Pedro N. Ulloa en el puerto de Ensenada en 1903 hasta poetas que apenas empezaban en la última década del siglo pasado, como Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, Adriana Sing u Horacio Ortíz Villacorta.

Publicado en el segundo semestre de 1992, ahora, en este 2022, Un camino de hallazgos cumple treinta años de existencia editorial. Al revisar esta obra ciertamente monumental., de más de 500 páginas en su totalidad, lo que descubro es un libro expansivo, que documenta cómo se había forjado la poesía de nuestro estado desde que éste era Distrito Norte hasta que era un estado libre y soberano: con poetas de voces diversas, estilos contrastantes y temáticas que iban del canto regionalista a las visiones universales. Para 1992 ya era visible que la poesía bajacaliforniana estaba entre las más creativas de nuestro país. Que para entender nuestro entorno debíamos prestar atención a nuestros poetas.

Por eso hoy quiero recordar esta antología que definió el corpus de obras líricas de varias generaciones de autores nuestros. A treinta años de distancia de Un camino de hallazgos ya es tiempo de un nuevo repaso a nuestra poesía. Sé que Humberto Félix Berumen prepara una nueva antología desde el mirador del siglo XXI. En todo caso, el camino está abierto para nuevos hallazgos y descubrimientos. Porque la poesía no es una actividad artística petrificada, sino que siempre está cambiando, siempre está en movimiento. Tanto Parvada como Un camino de hallazgos son prueba de que poetas hubo y hay en Baja California, de que la poesía siempre ha hablado por todos nosotros. ¿No creen que es tiempo de celebrarlo?

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