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Tijuana atrapada en el tráfico

Tijuana es una ciudad que crece aceleradamente. El Censo de Población de 2020 registró un millón 922 mil 523 habitantes, considerándolo como el municipio más poblado del país, después de Iztapalapa (CDMX), León, Guanajuato, Puebla o Ecatepec en el Estado de México.

Tijuana es una ciudad que crece aceleradamente. El Censo de Población de 2020 registró un millón 922 mil 523 habitantes, considerándolo como el municipio más poblado del país, después de Iztapalapa (CDMX), León, Guanajuato, Puebla o Ecatepec en el Estado de México.

Entre muchas otras consecuencias de este crecimiento está que sus vialidades se hicieron insuficientes para la cantidad de automóviles que circulan por la ciudad. Hoy todas sus calles, avenidas y bulevares están saturados a cualquier hora del día y en cualquier día de la semana, conformando un enorme estacionamiento.

La estructura urbana de Tijuana fue funcional para la década de los setenta y ochenta, cuando su población no llegaba al medio millón de habitantes. Pero todo cambió a partir de los años noventa, cuando a mitad de esta década la ciudad alcanzó 991 mil 592 personas y a partir del 2000 se colocó ya en un millón 210 mil 820.

La antigua ciudad ha sido desbordada por cientos y miles de personas que siguen llegando todos los días, incluidos ahora los migrantes extranjeros como los haitianos, centroamericanos y otras nacionalidades.

Tijuana es ahora una ciudad apretujada. Sin espacios para moverse con fluidez, mal organizada, llena de hoyancos, con un diseño urbano que responde a su ritmo de crecimiento, con puentes y pasos a desnivel que intentan articularla bajo una lógica ingenieril.

Es evidente que la ciudad está en un punto crítico y a punto del colapso, entorpeciendo sus actividades económicas, comerciales, industriales, turísticas, educativas, laborales o deportivas. Está como a la deriva, ahogándose en su propio crecimiento, sin que se pueda apreciar una salida en corto tiempo.

Los factores que más inciden en esta problemática son los siguientes, entre muchos otros que se derivan de estos mismos puntos.

1. El número de automóviles circulando por la ciudad es excesivo para una urbe que está circundada por cerros y cañadas, arroyos y el cauce seco del Río Tijuana que sólo sirve en temporadas extremas, en lugar de usarlo para desfogar el tráfico.

2. Este número excesivo de automóviles se ve favorecido por la amplia y abierta oferta de automóviles “usados” o autos chocolate, que se pueden adquirir en alrededor de 300 o 500 dólares en Estados Unidos o en cualquier parte de Tijuana. Aquí cualquiera tiene un auto chocolate. Se estiman en alrededor de 800 mil en todo el estado.

3. Un auto chocolate, en casi todos los casos, es una necesidad imperiosa en una ciudad en donde el transporte público es malo, caro e ineficiente, y en donde hay que cruzar toda la ciudad para ir al lugar de trabajo o la escuela. Pero el transporte público encierra una madeja de intereses políticos que ningún gobierno ha podido resolver.

4. El cuarto factor son las “garitas” para entrar a Estados Unidos. Después de los ataques terroristas a la torres gemelas de Nueva York, el gobierno norteamericano intensificó los controles en sus puertas de entrada a ese país, provocando filas en Tijuana de cerca de 15 o 20 kilómetros, con tiempos de entre 4 a 5 horas en un día normal. Llevamos 20 años así.

5. Otro factor determinante del caos vial es el mercado inmobiliario controlado por algunos capitales, que les ha dado por construir edificios de oficinas y condominios en la zona céntrica de la ciudad para una población extranjera (méxico-americanos), cuyo nivel de ingresos les permite adquirir aquí lo que no pueden tener allá. Es como hacer un barrio de San Diego en Tijuana.

6. El último factor pero quizás el más decisivo es la ausencia de un gobierno municipal competente y eficaz en Tijuana. Un problema que se ha agudizado particularmente con la llegada de Morena en 2019, que se ha visto rebasado por los problemas de la ciudad.

Morena desde 2019 a la fecha ha actuado sin un plan para atajar esta crisis, con un equipo improvisado para ello y ahora con una alcaldesa sin experiencia gubernamental y política como Monserrat Caballero, con diferencias con la gobernadora Marina del Pilar que, a su vez, está enfrentada al bonillismo y a sus alcaldes afines.

El gobierno de Morena ha demostrado que no está a la altura de los problemas de la ciudad, a su nivel de complejidad y menos a la situación de emergencia por el caos urbano y la terrible inseguridad que está “destruyendo” a Tijuana. Estamos a tiempo de hacer algo.

* El autor es analista político

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