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Partidocracia incorregible

Difícil precisar si el teatro fomentado por el partido en el gobierno de nombre Morena –por aquello de “regeneración nacional”- provoca alegría, lagrimas... 

Difícil precisar si el teatro fomentado por el partido en el gobierno de nombre Morena –por aquello de “regeneración nacional”- provoca alegría, lagrimas o simplemente no conmueve a ninguno de sus sinceros o fingidos escoltas conformados por militantes y simpatizantes los cuales, por simple reacción, permite deducir que dicho partido no se aparta de la ruindad que desde épocas arcaicas asolan a un pueblo que ha sobrevivido postrado a causa de una clase política inmunda, culpable de usurpar y mantener un régimen donde la inmoralidad pública como de los grupúsculos privados parasitan al amparo de un Estado de privilegios.

Con sendos grilletes colocados en manos, pies y garganta que coartan la libertad de organización y expresión; el priismo secuaz terminó encausando a las masas hasta convertirlas en rehenes sumisos, seducidos por un presidencialismo autoritario del que supuestamente ha dependido la buenaventura de arribar al mundo, crecer y morir pues el partido-gobierno tricolor detentaba un cheque en blanco para proceder a su monárquico capricho trazando, por ese atajo, la columna vertebral productora de una “cultura” fraudulenta e impostora cuyo blindaje lo marcó la impunidad y corrupción.

Un duplo, impunidad y corrupción, que dio entrada al servilismo que amordaza cualquier crítica y rebeldía por resultarle, a las mafias políticas profesionales, más rentable reptar ante el poder que reclamarse conciencia del pueblo agraviado, sobrada razón, cuando abundan evidencias de que la óptima seducción ofrendada por el sistema a sus falsos contrarios consiste en maicearlos para, ya satisfechos, desembocar en lo peor porque, siendo ese el principio del drama terminado en comedia, los partidos una vez domesticados ejecutan las perversiones aprendidas aniquilando cualquier vestigio de oposición y moralidad.

“El que no tranza no avanza” lo que ceñidos al ampuloso filosofar, los liquidadores de la democracia mientras dicen una cosa hacen otra procurando no dejar hilos sueltos capaces de disputarle a los codiciosos jefes candidaturas, puestos, prerrogativas y lucros parecidos llevándolos a echar mano, para tal efecto, del menú harto ensayado cada ocasión que se trata de mantener privilegios particulares aunque, así declaren ser espacios partidistas, en realidad se supeditan al privilegio de unos cuantos artífices de la tranza, la traición y menosprecio por la ética política como hacia los principios en cuanto palancas de la justa participación y representación.

De ahí lo curioso por no decir caricaturescos, los dichos y actuar de no pocos aplaudidores de morena que alucinados, incautos o deseosos de un hueso se allanan al timo de las encuestas otorgándole crédito a ciertos estafadores jinetes del partido que desacreditados uno como los otros pretendientes, previo ensayado show dejaron en manos del no menos deshonrado INE el certamen y dictamen del triunfador que “dirigirá las glorias y destinos” de la tullida agrupación. Un concurso electorero íntimo que, cosa de brujos, teniendo un padrón de afiliados superior a los 6 millones más los 30 que votaron por Andrés Manuel López Obrador, bastaron 4 mil encuestados para “elegir” al impostor Mario Delgado

Incorregible antidemocracia priista…

*- El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

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