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Mujer Maravilla 1984

El 2020 fue un año terrible, pero cerró con un pequeño regalo para los amantes del cine en la improbable forma de película de superhéroes.

El 2020 fue un año terrible, pero cerró con un pequeño regalo para los amantes del cine en la improbable forma de película de superhéroes.

El hecho de que esta segunda parte ha sido recibida negativamente por público y crítica podría revelar una falta de entendimiento sobre la esencia de los superhéroes y lo que representan.

La cinta inicia con dos prólogos. El primero es un flashback a la infancia de Diana en Themyscira, durante el desafío de las Amazonas, donde ella aprende la importancia de la verdad y el hecho de que ningún héroe nace de mentiras. “Se requiere paciencia, diligencia y valor para enfrentar la verdad.” Aunque más tarde descubriremos que Diana no aprendió bien la lección.

El segundo prólogo revela el tono de la película y sus obvias intenciones e influencias. Es básicamente un homenaje a la introducción de Superman III de Richard Lester, que es una mezcla perfecta entre el humor físico y los superhéroes.

Patty Jenkins establece, con un literal guiño al público, que ésto es lo que es una (su) película de superhéroes, y captura la sensación de comics a la perfección.

Subsecuentemente ambos antagonistas reciben su introducción, Barbara Minerva (Kristen Wiig) y Maxwell Lord (Pedro Pascal). Hago énfasis en la palabra antagonistas, porque estos dos no son villanos, son personas (casi) normales, haciendo lo que la gente “normal”, herida y traumatizada hace, aferrarse a lo “bueno” que les sucede y no soltar. No buscan precisamente dinero, ni dominio global, lo único que quieren es estar del lado ganador… por una vez.

Y aunque no son villanos, finalmente personifican el espíritu de los ochentas de más es más, y avaricia absoluta.

Además de tener a dos antagonistas bien escritos, estos son presentados en la narrativa de forma orgánica y no rebuscada como suele suceder. Sus “orígenes” son despachados con una sola piedra (tal cual), evitando complicaciones absurdas.

Se ha hablado del trillado tropo del villano/geek, pero Barbara no cae en ese cliché, sencillamente porque no busca venganza ni poder per se, sólo busca ser una mejor versión de sí misma, una que se asemeje a Diana. Por lo que el “tropo”, aquí, tiene su razón de ser.

En cuanto al personaje de Barbara, existe un claro, y nada sutil, subtexto queer en su relación con Diana que se enfatiza con doble sentidos de boca de la primera (estás fuera, curiosidad bi). Esto además reconoce tanto la historia de la Mujer Maravilla como el pensamiento de su creador, William Moulton Marston.

No hay duda de que Barbara siente algo por Diana e incluso se pone celosa ante la llegada de Steve Trevor (tal como Diana siente celos de Max). El hecho que Diana envía señales contradictorias, no ayuda. Adicionalmente se presenta la escena del “príncipe azul” rescatando a la doncella, con ambas en los respectivos papeles.

Max Lord, como parodia nada sutil de Trump funciona a la perfección, “¡No soy un farsante! ¡Soy una celebridad!” Trump ya tomó “notas” de la película, ya que hay rumores de que pretende dar un anuncio mundial previo a la toma de posesión de Biden, utilizando los satélites de su Fuerza Espacial. Así como se oye.

En cuanto al año elegido de 1984, es justo a la mitad de la década que generó y alentó la mentalidad mercantil que creó a monstruos como Trump. También fue la era en que Max Lord apareció en los comics (1986 para ser exacto). Además, actuaciones exageradas + historia absurda + villano de histrionismo estrambótico = 1984.

El año también puede ser interpretado como guiño a Orwell y el desmoronamiento mundial que ha sido el 2020.

Sin duda el público aleccionado por las películas “extremas” de Zack Snyder no aceptó el tono chusco, ni el camp intencional de Jenkins y ellos se lo pierden. La película tiene corazón hasta el punto que la música de Hans Zimmer imita la de John Williams.

Recientemente tuve una discusión con alguien que odió la película y me di cuenta que si es necesario explicar el por qué es buena, no cambiará su opinión. No es posible “explicar” el arte, algunas veces o se entiende o no.

La sensación general de lo que Patty Jenkins logra es cercana al Superman de Richard Donner y Lester, así como al Hombre Araña de Sam Raimi (al cual homenajea junto a Indiana Jones de Spielberg). Y aunque la capacidad técnica y de narrativa visual de Jenkins aún no llega al nivel de Raimi, definitivamente supera el de la mayoría de directores de superhéroes contemporáneos.

Lo que Jenkins captura mejor que cualquiera trabajando en las películas de DC es la esencia del personaje y su legado, creando momentos de emotividad realmente exitosos. La escena de fuegos pirotécnicos del 4 de julio quizá detona el sentimiento patriotero a los estadounidenses, pero funciona universalmente ilustrando los sentimientos que estallan entre Diana y Steve.

El diálogo entre ellos en dicha escena es similar a la secuencia del “arte” en Speed Racer (Wachowskis, 2008), ya que ambas hablan metatextualmente sobre el cine. “Es saber cómo navegarlo, cómo atraparlo. Cómo unirse con él.”

La Mujer Maravilla 1984 no será una obra maestra pero definitivamente es mucho mejor de lo que tenía derecho a ser. Es una película que necesitamos justo ahora. Y esa es la verdad. “Y la verdad es suficiente. La verdad es hermosa. La verdad es más grande que todos nosotros.

* El autor es editor y escritor en Sadhaka Studio.

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