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Morena: Un golpe desde adentro

Nadie podía imaginarse que sería una fracción de los propios diputados de Morena quienes pondrían un alto a los intentos de aprobar una nueva “Ley Bonilla” en Baja California, esta vez para  cambiar el periodo de gobierno de seis a tres años.

Nadie podía imaginarse que sería una fracción de los propios diputados de Morena quienes pondrían un alto a los intentos de aprobar una nueva “Ley Bonilla” en Baja California, esta vez para cambiar el periodo de gobierno de seis a tres años. Esto pasó en la sesión virtual del Congreso del pasado 12 de este mes, cuando la propuesta obtuvo 14 votos a favor y 10 en contra, cuatro de estos últimos del partido Morena.

Hasta ahora los diputados morenistas de esta legislatura se habían mostrado como un solo bloque, acatando o siguiendo las directrices impuestas desde el gobierno del estado y, en general, como promotores del periodo de gobierno de 5 años que establecía la primera iniciativa promovida por el gobernador Jaime Bonilla.

Pero todo cambió a partir de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) cuyo dictamen o resolución invalidó dicho proyecto considerándolo como un fraude a la misma Constitución local. Esta decisión provocó una pequeña fisura al interior de Morena, especialmente en algunas corrientes que no comparten, sotto voce, los métodos y las iniciativas de Bonilla en este aspecto.

También ayudó el cambio en la dirigencia del partido a nivel nacional en donde Yeidckol Polevsky ha sido desplazada por Alfonso Ramírez Cuellar, pues no hay que olvidar que ella fue una aliada y entusiasta promotora de cambiar el periodo de gobierno de dos a cinco años en la entidad. Con su caída, los grupos locales del partido están intentando recomponerse.

Es posible que esta pequeña fisura que ahora se expresó en el Congreso local no tenga mayores consecuencias, pero es un hecho que, al lado de la decisión de la Corte, dio arranque a un proceso en el que el “bonillismo” tenderá a ser desplazado al interior de los grupos de Morena y en los movimientos que pueden darse a nivel nacional.

Si algo quedó claro de todos estos intentos por cambiar el periodo de gobierno, es que el bonillismo quedó desgastado y derrotado después de la decisión de la Corte y ahora con muy poco tiempo para poder recomponer y ajustar proyectos de gobierno para un periodo de un poco más de un año, en medio de una pandemia y en las puertas de una elección local y nacional.

Este es un costo (político) que nunca fue considerado por los que diseñaron o inventaron que era factible cambiar la Constitución y modificar el periodo de gobierno. Nunca creyeron que podía haber un revés, tan grave que hasta podría llevarlos a ser desplazados y removidos gradualmente de las posiciones que tienen hoy tanto en Morena como en el gobierno estatal.

El problema que tiene Morena en Baja California es que no hay una corriente política e ideológica más o menos rescatable desde el punto de vista de la democracia y, sobre todo, desde la perspectiva de un cambio político sustancial. Lo que hay, como se ha insistido en estas líneas, son grupos pragmáticos cuyo denominador común es que se mueven exclusivamente a través de cálculos electorales, nada más.

Las corrientes más identificadas con las ideas (muy generales) de AMLO, son débiles e inexpertas políticamente y, hasta ahora, no han tenido el valor de enfrentarse a los grupos de poder (económico y político) que representan Jaime Bonilla, Amador Rodríguez Lozano u otros viejos priistas que se apoderaron de la nomenclatura de Morena en la entidad.

Ahora con los procesos de reelección que acaban de aprobar los diputados morenistas, que es parte, sí, de los mecanismos para profesionalizar a los servidores públicos y parte de un cambio a nivel nacional, se corre el riesgo en las condiciones de hegemonía y exclusión con la que está actuando Morena en la entidad, de crear cacicazgos políticos, clientelas electorales y sistemas corporativos que ya se consideraban extinguidos.

No obstante de ser una figura adecuada y pertinente, la reelección en BC, especialmente en el contexto específico por el que está atravesando, puede impedir u obstruir una renovación de la clase política y dar lugar a que sean los mismos que han venido gobernando durante los últimos 20 o 30 años, los que sean ratificados en sus puestos políticos.

Es decir, estamos ante una situación en la que el grupo en el poder de Morena intenta legitimarse con acciones y medidas precipitadas, impuestas sin discusión y sin participación de la sociedad, sólo porque ha perdido el tiempo tratando de cambiar el periodo de gobierno.

El momento es confuso, pero dentro de esta confusión está apareciendo una idea con mayor claridad en algunos grupos de la sociedad, que es la de hacer todo lo posible por recuperar la cordura y poner un alto a la vieja clase política que intenta gobernar a través de Morena.

* El autor es analista político.

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