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Liberales VS conservadores

En las últimas semanas se ha desatado un debate que aún está en la cámara de diputados y es posible que el año que entra se defina si se realizará la reforma eléctrica que impulsa denodadamente el presidente AMLO.

En las últimas semanas se ha desatado un debate que aún está en la cámara de diputados y es posible que el año que entra se defina si se realizará la reforma eléctrica que impulsa denodadamente el presidente AMLO. La pregunta que surge es ¿podrá López Obrador con sus diputados aliados aprobar la contrarreforma eléctrica? La realidad es que no lo sabemos, la moneda está en el aire. En la cámara de diputados necesitaría 70 votos de la oposición para llevar a cabo la reforma constitucional. Para obtener la mayoría calificada requeriría 334 votos que son las dos terceras partes de los 500 diputados.

Se ve difícil que lo logre, mas no imposible. En caso de aprobarla se estaría enfrentando a una serie de demandas con empresas nacionales y extranjeras. La confrontación interna y externa está a la orden del día, no sabemos si nuestros vecinos permitirán que esto suceda, lo comento por las grandes inversiones que tienen en nuestro país. Esta es una confrontación muy añeja entre dos concepciones ideológicas que existen en el mundo que se traducen en políticas públicas.

En nuestro país, después del movimiento revolucionario de 1910 que culminó con la promulgación de la constitución de 1917, cuyo contenido nos colocó a la vanguardia a nivel mundial, al establecer que la ley no sólo debe fijar las bases organizativas del Estado y reconocer las garantías individuales, sino también ser garante de los derechos sociales, económicos y culturales de las clases populares.

Desde entonces, la sociedad mexicana ha sufrido cambios que la han impactado transitando en determinados periodos de la historia catalogados como liberales y conservadores. El estado benefactor se puso de moda después de la gran depresión económica de 1929 al ubicar las teorías económicas en crisis como la tesis de que el estado no se “autorregulaba”, que era necesaria la intervención del estado para terminar con esas disparidades entre oferta y demanda.

Es así como el estado se convirtió en inversionista, en propietario de empresas, respaldando un nacionalismo que relegó las actividades económicas a la mayoría de las empresas de capital privado.

Fueron muchos años en los cuales la clase política con el “engaño” del nacionalismo se aprovechó de la generación de riqueza, sobre todo de la industria eléctrica y el petróleo. Siempre se dijo “el petróleo es de los mexicanos”. Sin embargo, los beneficios que generaban difícilmente llegaron al bolsillo de los consumidores.

Hoy nuestro gobernante anhela regresar al pasado, ese pasadoarcaicoquenadiequiererecordar,porqueensalzólaconcentracióndepoderylariquezaparaunoscuantos.Elpaísdeun solo hombre, del rey que habita en Palacio Nacional. Las tesis del neoliberalismo o nuevo conservadurismo reclamaban un adelgazamiento del estado, el nuevo lema era “dejar hacer y dejar pasar” y el apoyo a la libre competencia.

En esos años la clase política privatizó la mayoría de las empresas del estado y la puso en venta de “garaje” que el capital oligárquico internacional supo aprovechar. Se malbarataron y vendieron a menos del precio real del mercado.

En la actualidad nos gobiernan otros actores políticos que están pensando más en el pasado, que, en el futuro, y pretenden a través de esta contrarreforma, que el estado vuelva a controlar la generación de energía eléctrica. Hasta ahora la sociedad no ha visto los frutos de ser los mexicanos propietarios de esta gran empresa. Siempre han sido víctimas de los políticos o de las grandes empresas transnacionales que han explotado los frutos y riquezas que en esta se generan. La confrontación continuará hasta que alguna de las dos posturas gane.

El liberalismo económico o el conservadurismo. La economía está abiertay no cerrada ya no se podrá luchar contra las fuerzas del mercado mundial. El enfrentamiento se da entre una economía regulada contra la liberalización.

Las promesas en ambos casos es que los precios de la energía eléctrica van a bajar y así verse beneficiados con precios competitivos. Sin embargo, todo ha quedado en promesas, ya sea gasolina, gas, energía eléctrica, telefonía y sobre todo los bancos, siguen enviando miles de millones de pesos a sus países de origen, mientras los consumidores mexicanos observamos cómo se enriquecen los políticos y los grandes monopolios internacionales.

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