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La corrupción en México goza de cabal salud

Ya nada me sorprende. Hay un meme buenísimo que dice que la corrupción gubernamental en México no es de la derecha ni de la izquierda política: es ambidiestra.

Ya nada me sorprende. Hay un meme buenísimo que dice que la corrupción gubernamental en México no es de la derecha ni de la izquierda política: es ambidiestra.

Les platico esto porque durante su segundo informe (según yo lleva como 10 actos parecidos), el Presidente AMLO anunció que “se había acabado con la corrupción”. ¿Pues en que mundo -de fantasía- vive nuestro gobernante?

No se si es que soy una persona informada o que ando metido en tantos y variados temas, que siempre termino enterándome de algún acto reprobable de autoridades municipales, estatales o federales.

Recuerdo que en una reunión de la transición de gobierno municipal con organismos intermedios de la sociedad le comenté al Alcalde electo, Arturo Gonzalez, que sería muy sencillo saber si combatiría este flagelo. Tres indicadores de corrupción le dí en aquel septiembre: bares operando toda la noche cuando no existen permisos para ello; policías deteniendo, casi en exclusiva, autos con placas gringas en el centro de la ciudad y la avenida internacional; y taxis y calafias circulando indiscriminadamente por las calles de Tijuana. Las tres acciones ahí siguen casi un año después de tomar protesta.

Hoy, ante una pandemia, vemos mas y mas actos de corrupción en muchos ámbitos, tales como las adjudicaciones directas de obras y servicios a los cuates, los contratos de servicios “comisionables” para cobrar adeudos o la permisividad, cada vez mas descarada, para dejar operar rubros como bares, eventos y fiestas, sin ningún control sanitario.

Pero el problema, obviamente, no es de gobierno solamente. Para que haya corrupción se necesitan dos partes y ahí es donde me desespera que sigamos igual que antes.

Un empresario, un comerciante, un proveedor, un ciudadano dispuesto a dar un moche a un funcionario público para que lo deje hacer algo prohibido u obtener algo que no tendría posibilidad por otros medios, es lo mismo que el funcionario que llega y extorsiona en directo por una irregularidad que estás cometiendo. Tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata.

Ahí te das cuenta que como sociedad estamos perdidos o a punto de estarlo. Que este desorden en el que vivimos no solo es culpa de malos gobiernos y pésimas personas que los encabezan, sino de habitantes de nuestro país que lo permitimos, que lo solapamos, que lo consentimos.

Claro que la corrupción como personas o como sociedad no es privativa de los mexicanos ni mucho menos de los latinos, pero algo debe haber en nuestros ADN que aquí nos conformamos con hacer como que hacemos.

Ahí tienen el circo mediático de Lozoya Austin ahora tan disminuido desde el video de Pío Lopez Obrador agarrando -y exigiendo- dinero para la eterna campaña de nuestro Presidente para llegar a serlo. Solo jugamos a las acciones cosméticas sin mayor trascendencia y permanencia en el tiempo.

En alguna otra colaboración escribí sobre las muchas áreas de fuga de un presupuesto de 9 mil millones o de 60 mil millones de pesos en el Ayuntamiento de Tijuana o el Gobierno del Estado de Baja California, que no se notan en servicios, infraestructura, beneficios a la población. Es un dineral ejercido anualmente y nuestras ciudades siguen con marcadas deficiencias.

Y aquí ya no solo hablamos de robarse dinero sino de la ineficiencia de funcionarios para resolver los asuntos a su cargo (otra forma de corrupción al aceptar cargos para los que no están preparados) y por supuesto, de la incapacidad ciudadana, por desgano o temor, a denunciar a quien no sirve y muchas veces estorba en los asuntos públicos que le confirieron.

Claro que también hay gente que está bien y algunos, muy pocos, están haciendo cosas trascendentes para erradicar este flagelo, pero aquí aplica la Ley de Pareto del 80/20.

Me parece que la solución vendrá de una ciudadanía informada. Una que no se conforme con las migajas de resultados gubernamentales que nos venden como grandes obras (como bachear y recoger la basura) y que exija que Tijuana, que BC sea uno a la altura de otras ciudades y estados, mas chicos y mas pobres, que si cuentan con infraestructura para presumir. Se lo voy a poner muy simple: aquí no limpian ni las entradas vehiculares a Tijuana que son un auténtico muladar.

Sin duda, hay mucho que hacer para erradicar esta barrera que impide que nuestro país y nuestra región este mucho mejor. No solo discursos bonitos o “mañaneras” populares. Acciones concretas. Cerrar paso a la impunidad. Castigar a los responsables. ¿Lo alcanzaremos a ver en esta generación?

* El autor es empresario, turistólogo y un enamorado de su ciudad.

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