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La Guadalupana

Intencionalmente, y por respeto, escribo esto días antes del 12 de diciembre, todo mexicano sabe qué se conmemora.

Intencionalmente, y por respeto, escribo esto días antes del 12 de diciembre, todo mexicano sabe qué se conmemora. La Virgen de Guadalupe es un símbolo nacional, a la par que el escudo y lábaros patrios. La entrada de las denominaciones cristianas protestantes a la sociedad mexicana en este siglo ha generado una masa que repele las imágenes religiosas. El católico, por contraste, le da una autoría divina a esas imágenes a las que le reconocen la mano de la Virgen María en su ejecución. Hay otras apariciones de la Virgen María célebres y santas en el mundo, pero ninguna como la Guadalupana, tendrá más de diez millones de visitas en estos días. Hay una dimensión no necesariamente creyente en la identificación de lo mexicano con su imagen, ha estado al frente o en el centro de atención desde 1531. Es una singular imagen. Difícil imaginarla en otra acción, como amamantando a Jesús, es un icono. Octavio Paz lo asociaba con nuestro ser unos hijos de la chingada, la Malinche. Producto de un mestizaje entre los invasores y los indígenas, un encuentro violento donde el indígena, hombre o mujer, eran objetos de uso. El tiempo consiguió que la mayoría de los mexicanos sean mestizos, la Guadalupana lo es también, se le dice la Virgen Morena. La madre tiene un singular lugar en el mexicano, nuestra virgencita representa mucho de ello. Aunque las evidencias científicas demuestran su humana autoría, la fe impide reconocerlo. Es fundamental para el peregrino la más absoluta fe, sin importar lo que se diga. Desde los independentistas y pasando por los revolucionarios han tenido su imagen como estandarte, aun movimientos sociales de mexicano-americanos la tienen como signo de identidad. La Virgen de Guadalupe es un asunto muy complejo y central de lo mexicano, aunque tiene devotos en Latinoamérica es narcisista el llamarle la reina de América. Cada región tiene su aparición, está la Virgen de Lourdes que en Colombia tiene muchos devotos, o la Señora de Aparecida en Brasil. Pero es solamente aquí que es un símbolo nacional, una madre a la que se acude en casos difíciles y desesperados, muchos llegan propositivamente sangrando, otros traen su ayudante que le va moviendo los cartones por debajo de sus rodillas. Escenas que están en el inconsciente colectivo del mexicano. Curiosa fue la adición de la luna primero y del ángel después, también las estrellas y rayos. Lo qué más impresionó y se reproduce es la adición de los rayos. No me sorprendería que reaparezca un siglo después en algún grupo político, por lo pronto ya la trae Verástegui. La dimensión laica del gobierno mexicano es una bendición, tendríamos grandes batallas en nombre de Dios. Se trata del día más mexicano del año.

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