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Información boba, para bobos

La llamada trampa de la inteligencia, es un patrón de actitudes y comportamientos que lleva a las personas formadas e inteligentes a actuar de forma boba debido a su capacidad intelectual y no a pesar de ella.

La llamada trampa de la inteligencia, es un patrón de actitudes y comportamientos que lleva a las personas formadas e inteligentes a actuar de forma boba debido a su capacidad intelectual y no a pesar de ella. Así que, por supuesto que hay gente boba que nos parece inteligente.

La campaña política que estamos viviendo, más que hablarnos de las cualidades y propuestas de los candidatos, están fomentando una confrontación social que sufrimos todos los ciudadanos. Muchos medios de comunicación y las redes sociales son los culpables. Bobos que comparten bobadas a bobos que se las creen.

Si nos guiamos por la información que nos ofrecen, es probable que no estemos informados correctamente, porque en lugar de publicar propuestas, publican dimes y diretes (bobadas) de los que poco tienen que ofrecer, pero que tienen una labia grande. Para ellos, el fin, sus mentiras tergiversaciones y exageraciones, son justificadas por el objetivo que buscan. No fueron educados ni en familias con valores, ni en escuelas con civismo, ni en partidos políticos con responsabilidad social.

En todas las campañas, los candidatos suelen mentir. Mitad porque esa es su forma de actuar, y mitad porque se hacen asesorar en su mayoría, de gente que busca la “satisfacción” del cliente que les paga, más que transmitir la verdad en un contexto político. El espacio mediático relaja su apego a la verdad (No todos, pero…). Por desgracia, este estilo no suele materializarse en argumentos, explicaciones o propuestas realizables para mejorar nuestra vida, sino más bien en una batalla abierta por ocupar las primeras páginas y convertir en “virales”, las declaraciones de los candidatos. Esas declaraciones se confeccionan con mensajes, con imágenes y/o declaraciones que apelan a emociones como el miedo o el rencor a la oposición de cada cual. Es decir, mensajes sensacionalistas, cargados con información de dudosa veracidad, que se distribuyen a través de las diversas pantallas y provocan miles de respuestas, con gente ya fanatizada y rencorosa en las redes sociales, que imponen su “visión” a la otra pobre gente, también usuaria de esos medios. Casi todo son mentiras o medias verdades, diseñadas por propagandistas que cuentan con mucha imaginación y poca ética.

La comunicación humana está basada en la confianza mutua y la presunción de veracidad. Si pienso que mi interlocutor es un mentiroso, el proceso falla. La ciudadanía acaba, así, asumiendo la idea de que “todos mienten”. Así se cumple la misión de información boba, que producen bobos, para que difundan otros bobos, a través de más bobos. De esa forma, la desconfianza en la clase política aumenta, pero también en los medios de comunicación.

Buena parte de los votantes acudirá a las urnas, en este ambiente de desconfianza. La mentira, la promesa imposible y las bobadas es lo que observamos. Por desgracia, esta perversidad sistémica afecta a quienes llevan a cabo un trabajo honesto y bienintencionado, que se ven obligados a hacer un esfuerzo mayúsculo para ganarse la confianza de unos ciudadanos confundidos y decepcionados.

* El autor es asesor administrativo, presidente de Tijuana Opina y coordinador de Tijuana en Movimiento

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