Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

Hasta la cocina

Definitivamente el presidente Andrés Manuel López Obrador no podrá quejarse de que ahora sí “no se equivocó” al nombrar como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a su incondicional Lenia Batres Guadarrama.

Definitivamente el presidente Andrés Manuel López Obrador no podrá quejarse de que ahora sí “no se equivocó” al nombrar como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a su incondicional Lenia Batres Guadarrama.

El mandatario repetidamente en sus monólogos mañaneros se ha quejado que haberse equivocado anteriormente al proponer a los ministros Juan Luis González Carrancá y Margarita

Ríos Farjat, porque supuestamente olvidaron los principios de la 4T al momento de votar en el pleno contra sentencias de cambios constitucionales propuestos por el Ejecutivo.

Solo que en el caso de Batres Guadarrama, ahora sí el mandatario no solo metió la mano en el Poder Judicial de la Federación, sino que prácticamente se sentó en una silla de la SCJN.

De hecho, nada más escuchar el discurso de la nueva ministra el pasado jueves cuando le impusieron la toga, parecía ser el de una conferencia mañanera, en donde arremetió en contra del propio máximo tribunal del país, sin referirse a la importancia de ser un contrapeso de los otros dos poderes, así como la necesidad de mantener su independencia y autonomía a cualquier costo.

‘Flaca la caballada’

Quienes la tienen pero muy difícil son los de la alianza opositora frente a la aprobación que aún tiene Morena, y todavía más con perfiles que la ciudadanía o bien ya no recuerda o de plano ni conoce. Esa es la situación del aspirante a candidato por el PAN, Bernabé Esquer y su propuesta de suplente, Mauricio Mireles Tavárez, cuya carta de presentación es un buen padrino de la talla Santiago Creel, de quien es secretario particular.

Si a Bernabé Esquer alguien los recuerda muy a la distancia por su paso en el Ayuntamiento de Juan

Manuel Gastélum, a Mauricio Mireles solo lo conocen en su casa, o sea, dentro de los círculos panistas del centro del País, pues el cachorro panista fue jefe de la oficina del actual diputado federal panista, Guillermo Huerta.

Es sabido que la caballada está flaca en la oposición, especialmente en la alianza PRI-PAN, pero incluso así al interior se están dando los sombrerazos para ser el candidato y acomodar en las posiciones de lista a los de sus grupos. Bernabé

Esquer y su suplente se disputarán el nombramiento con el exsecretario de Seguridad, Alberto Capella.

Silvano en Rosarito

Silvano Abarca Macklís se ha convertido en chiste mal gusto, después de haber sido el primer alcalde de Rosarito y reelecto para la posición años después, hoy su figura no solo se desdibuja, sino se ha transformado en su propia caricatura.

Y es que nadie ni es sus más locos sueños guajiros hubiera imaginado a Silvano Abarca levantando la mano para que los priístas a quienes se encargó de insultar y menospreciar hasta el hartazgo, lo coloquen en la lista de los que quieren encabezar la candidatura por la alcaldía de Rosarito bajo las siglas de Fuerza y Corazón por México. Aunque no presentó como había anunciado su carta de intención, sí se apareció en el evento encabezado por los dirigentes locales y estatales del PRI y PAN, donde la panista Yannette Sepúlveda presentó su documento, pues también quiere que el PRI la cobije, ya que a ese organismo político le toca elegir candidato en Rosarito. Oficialmente no se dijo el por qué Silvano se desistió de hacer lo mismo, aunque no faltó quien asegurara que la verdad, es que no es muy bien visto por la militancia priísta y muchos panistas están más que resentidos, pues en las pasadas elecciones los abandonó para irse con el entonces candidato independiente Fernando Serrano, aventura que le ganó la regiduría que hoy ostenta y con la que no ha hecho más que apoyar a la alcaldesa Araceli Brown.

Ha sido tal su servilismo, que parece el bufón en el Cabildo, esto porque muy recurrentemente le provoca tremendas carcajadas a Brown Figueredo ante sus “ocurrencias”.

En esta nota