¿Está vivo el PAN?
El pasado 25 de septiembre el PAN en Baja California llevó a cabo la renovación de los “Comités Directivos Municipales” y consejeros nacionales, pero sus resultados fueron muy precarios en términos de participación e interés de sus militantes.
El pasado 25 de septiembre el PAN en Baja California llevó a cabo la renovación de los “Comités Directivos Municipales” y consejeros nacionales, pero sus resultados fueron muy precarios en términos de participación e interés de sus militantes. Según las cifras que trascendieron, la participación fue de alrededor del 40 por ciento en general y en algunos municipios apenas llegó al 30 por ciento. Como resultado de ello, sus candidatos ganadores obtuvieron una votación muy magra.
De los 9 mil 040 militantes que tiene Acción Nacional en la entidad, sólo participaron cerca de 3 mil 350 (aproximadamente), que representan el 37 por ciento y, salvo los casos de Tijuana y Mexicali en donde compitieron tres planillas, en el resto de los municipios no hubo en realidad competencia. El abstencionismo alcanzó, así, el 62 por ciento.
Estos datos nos muestran que en la entidad hay un PAN muy decaído, que a lo largo de los últimos cuatro años (2019-2022) no ha podido recuperarse de su derrota electoral y los candidatos que participaron no lograron movilizar a la mayoría de la militancia, ya sea porque no se siente representada por ellos o bien porque los propios militantes están desilusionados de su partido.
Hubo un leve giro en esta elección pues algunos de sus candidatos a directivos municipales fueron jóvenes, aunque varios de ellos tuvieron como respaldo a los viejos grupos que pululan en el panismo local.
No ha sido entonces, en estricto rigor, “un cambio generacional” el que se ha producido, como se dice superficialmente en algunos medios, sino el método que utilizaron los principales grupos panistas para competir y disputar espacios al interior del partido, los que siguen ahí, sin importar que en buena medida ellos fueron responsables de la derrota del blanquiazul.
Este ligero cambio no logra ocultar que el PAN en la entidad está fracturado y hasta ahora no ha podido construir un consenso en torno a las causas de su derrota política, pero tampoco en cómo reconstruirse como partido en un contexto particularmente difícil a nivel nacional y local.
Y no lo hace justamente porque son los viejos del PAN los que siguen teniendo un peso determinante en las decisiones internas y no dejan que sean los más jóvenes, salvo con su tutela, los que introduzcan nuevos planteamientos y visiones más frescas e innovadoras en la militancia.
Simplemente hay que ver cómo está integrado el comité directivo estatal en donde si bien su dirigente Mario Osuna Jiménez es joven, el resto de este cuerpo directivo que toma las decisiones más importantes pertenece a la vieja guardia panista que dirige y establece las líneas a seguir. Ahí dominan los exgobernadores y sus corrientes políticas.
Los cambios del PAN en la entidad nhasta ahora son cosméticos. No hay cambios de fondo. El panismo sigue atrapado en las formas, no en el contenido, que es lo que hace falta para renovarse como partido y construirse como una posible alternativa. Lleva ya mucho tiempo en este mismo error y todavía no logran corregirlo.
Por ejemplo, de nada sirve elegir directivos más jóvenes, pero esperar que hagan lo mismo que los viejos, que es la escuela tradicional de los panistas y una concepción muy arraigada en ellos.
Para el panismo en general, los errores no están en el partido, en sus visiones y concepciones, sino en las personas y sus dirigentes.
Esta visión no les permite analizar a fondo la necesidad de reconstruir el partido, revisar sus concepciones y sus prácticas políticas, sobre todo ahora en que la realidad del país y a nivel local está cambiando abruptamente y ya no se puede actuar apelando a las viejas fórmulas que utilizó por muchos años.
El PAN necesita tener un debate a fondo entre sus militantes para decidir el rumbo del partido y no dejar, o no esperar, que todas las propuestas lleguen “de arriba”, o de los grupos agazapados que buscan seguir viviendo del partido y de los puestos de gobierno que obtuvieron a través de él.
Pero el panismo está muy lejos de vivir esta experiencia, no obstante la enorme derrota política que está padeciendo.
La lucha fratricida de sus grupos no lo deja respirar y abrirse a nuevas posibilidades. Necesita cambiar de estructuras y ponerse al día en cuanto a las visiones conservadoras que lo persiguen. Y también necesitan decirle a la sociedad cuáles fueron sus errores cuando gobernaron.
Pero si al interior mismo del partido no hay entusiasmo y deseos de participar, como se reflejó en esta elección, imaginemos cómo los está viendo el resto de la población que está más distante de la política. ¿Está más vivo que nunca?
*El autor es analista político.
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