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El novelista Luis Varga Piñera

Hasta hace poco tiempo, la visión de la historia del género policiaco mexicano es la que aparece en los estudios de Ilán Stavans y Gabriel Trujillo Muñoz a finales del siglo XX.

Hasta hace poco tiempo, la visión de la historia del género policiaco mexicano es la que aparece en los estudios de Ilán Stavans y Gabriel Trujillo Muñoz a finales del siglo XX, donde se afirma que la literatura policiaca nacional dio comienzo en los años de la Segunda Guerra Mundial, pero hoy, veinte años más tarde y gracias a la labor de investigador literario de José Salvador Ruiz (Mexicali, 1971), podemos conocer mejor que esta literatura se da, en formato de novelas, desde una década antes, cuando menos.

Y otra cosa incluso más importante que Salvador Ruiz nos hace saber: la novela policiaca nacional surge no en la ciudad de México, la capital del país, sino en Mexicali, la ciudad capital del Territorio Norte de la Baja California, una población fronteriza.

Y que su autor no fue alguien relacionado con el poder judicial (policía, juez o abogado), sino un profesor normalista, un intelectual norteño, Luis Varga Piñera (Corral de Piedras, Chihuahua, 1881- Mexicali, 1954). Dentro de la sociedad fronteriza bajacaliforniana de la primera mitad del siglo XX, esa que mezclaba, sin ponerse a pensarlo dos veces, los negocios legales con los ilegales, donde la vida era una ruleta rusa y, por lo tanto, era un espacio social y político donde la narrativa policiaca funcionaba perfectamente para mostrar las carencias comunitarias, los perfiles criminales como parte de un contexto fronterizo, de personas de paso, de mercancías prohibidas, de verdades ocultas para sacarle la mejor tajada.

Y Luis Vargas Piñera, como profesor normalista, estaba en el centro de tal vorágine y por eso, en vez de sumar artículos incendiarios sobre la situación reinante, hizo uso del humor y la sátira para crear historias policiacas que retrataran de cuerpo entero a la sociedad bajacaliforniana, a la vida fronteriza mexicalense de su tiempo, la de finales del maximato callista, en dos novelas publicadas en 1934, pero escritas seguramente tiempo atrás: El puñal de oro y Los aventureros de Mexicali. En la primera novela, lo primero que salta a la vista es que la acción es inmediata, sin disquisiciones filosóficas o descripciones del contexto social en que se da el crimen.

Vemos a un Vargas Piñera que ha leído la novela de detectives estadounidenses y que prefiere mostrar los claroscuros de la sociedad fronteriza antes que asumir el análisis intelectual de la novela inglesa de misterio. Aquí, en El puñal de oro, estamos ante un narrador que quiere atrapar la atención del lector desde el primer capítulo. El puñal de oro es, lo mismo que Los aventureros de Mexicali, novela pionera del género policiaco en nuestro país. Aunque los críticos literarios aún no se ponen de acuerdo, pues todavía hace poco en la revista Letras libres (diciembre 2018), el crítico Atzin Nieto apostaba por El crimen de la obsidiana (1942) como la primera novela policiaca nacional, anterior a Ensayo de un crimen (1942) de Rodolfo Usigli.

Pero el descubrimiento, por parte de José Salvador Ruiz, narrador mexicalense e investigador de la narrativa policiaca mexicana, de estas dos novelas de Luis Vargas Piñera, ambas situadas en la ciudad de Mexicali, en plena frontera norte y en colindancia con California, nos hacen ver que la novela policiaca mexicana tiene un origen anterior en plena frontera norte, que la historia de este género puede ubicarse dentro de la rica tradición de la literatura bajacaliforniana, al menos hasta que se encuentren obras anteriores a 1934.

Lo importante aquí es descubrir que Vargas Piñera es un escritor que utiliza este género para revelar los entretelones de la sociedad de nuestra entidad en sus luces y sus sombras, en sus personajes torcidos y en sus manipulaciones policiacas. La frontera como un espacio donde la ley no está al servicio de la justicia sino de quien mejor pague por ella, donde los crímenes son rutinarios y, sin embargo, ocultan más que pasiones encendidas, más que locuras momentáneas. La novela se vuelve aquí un microcosmos de la situación social prevaleciente, un viaje por los intersticios del poder desde la visión ciudadana.

Como testigo de estos acontecimientos, Vargas Piñera ubica en estos tiempos turbulentos la acción de El puñal de oro, pintándonos una situación de desconfianza y enfrentamientos entre ciudadanos y autoridades, lo que sirve de marco de referencia para su ficción criminal con toque de comedia de enredos. He aquí, pues, a Luis Vargas, profesor y funcionario público, como el primer autor de novela policíaca en México. No es poca cosa, ¿verdad?

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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