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El mal uso de los recursos públicos

Más allá de si es correcto el manejo del dinero de la hacienda pública y si los sistemas de recaudación vía impuestos, derechos y contribuciones son los adecuados, incluso asumiendo que no hay corrupción en su operación directa o indirecta, los bajacalifornianos vivimos una realidad de nuestros actuales gobiernos: con el dinero disponible tenemos los peores servicios públicos que jamás hemos recibido.

Más allá de si es correcto el manejo del dinero de la hacienda pública y si los sistemas de recaudación vía impuestos, derechos y contribuciones son los adecuados, incluso asumiendo que no hay corrupción en su operación directa o indirecta, los bajacalifornianos vivimos una realidad de nuestros actuales gobiernos: con el dinero disponible tenemos los peores servicios públicos que jamás hemos recibido.

El Gobierno del Estado de Baja California tiene un presupuesto anual de $75 mil millones de pesos y el Ayuntamiento de Tijuana uno de $8.5 mil millones de pesos, pero, para sorpresa (y no) más del 80% de ese monto solo es para abrir todos los días el changarro y poco más. Imagínense: en el 2022 menos de $5 mil millones dicen que se usó para obra pública ¡en todo el estado! (¿Alguien la vio?).

Nuestra realidad es que no hay agua suficiente y desperdiciamos mucha de la poca que nos llega (principalmente en el Valle de Mexicali y que decir del mal empleo que le damos al ducharnos o lavar trastes), no hay alcantarillado eficiente y no hay un reuso del agua de lluvia o el agua tratada; no hay limpieza de calles ni de áreas públicas; el servicio de recolección de basura es anacrónico y no hay forma de reciclar casi nada; los pavimentos de nuestras calles ya no sirven y no hay un plan para reponerlos (mas del tiradero de dinero que a veces se usa en bacheo caro y malo); las obras que se han hecho al momento son limitadas y pequeñas ante el reto de infraestructura que tenemos (ya no hablemos de grandes proyectos); no sirve el callejón de exportación que aún no entiendo como pueden lo trailers circular por ahí con mercancía si todo son unos cráteres y barrancos; el alumbrado público es precario por no decir que inexistente en muchísimas áreas; el transporte público es el peor del país; no han podido ni terminar un puente sobre el río para reponer otro que se cayó; el puente de salida de la garita de San Ysidro no hay quien lo arregle; las carreteras estatales y sus conexiones se encuentran en un estado deplorable (ahí está de ejemplo la del Valle de Guadalupe y todos los accesos a las ciudades), solo por poner unos ejemplos.

Mi conclusión es que mientras los ciudadanos sigamos recibiendo tan mala calidad de servicios públicos, el dinero que recibe el estado esta mal utilizado. Da igual cuantos órganos de revisión se tengan y certifiquen que no hay desvío de recurso. La realidad es solo una: el uso del dinero público no se refleja en una mejor calidad de vida para los bajacalifornianos.

*- El autor es empresario, turistólogo y un enamorado de su ciudad.

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