Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

El efecto Concorde

Cuando una persona o una organización ha invertido mucho dinero y tiempo en un proyecto, que sin embargo no da resultados, se cae en el peligro de decidir en continuar invirtiendo por la cantidad ya invertida en espera de recuperar al menos parte de la misma, o por miedo al fracaso y al que dirán, cuando lo más sano es aceptar la pérdida y dejar de seguir invirtiendo.

Cuando una persona o una organización ha invertido mucho dinero y tiempo en un proyecto, que sin embargo no da resultados, se cae en el peligro de decidir en continuar invirtiendo por la cantidad ya invertida en espera de recuperar al menos parte de la misma, o por miedo al fracaso y al que dirán, cuando lo más sano es aceptar la pérdida y dejar de seguir invirtiendo. A esto también se le llama el efecto Concorde, el famoso avión que fue un proyecto del Gobierno británico y del francés. Se le invirtieron millones y millones de los contribuyentes, y a pesar de que nunca fue viable, durante años lo mantuvieron esperando a que algún día fuera rentable.

Temor excesivo al fracaso

Cuando el temor al fracaso es muy grande puede tener consecuencias trágicas. El 28 de enero de 1986 la NASA había planeado lanzar al aire el cohete espacial Challenger, desde Cabo Cañaveral en Florida. El lanzamiento ya había sido aplazado varias veces. La misión había captado mucho interés de la opinión pública por el hecho de que en la nave iba una civil, una profesora de escuela de nombre Christa McAuliffe.

La noche previa al lanzamiento directivos de NASA tuvieron una conferencia telefónica con los ingenieros de Morton Thiokol, la empresa que había fabricado los motores del Challenger. Uno de ellos se encontraba en el sitio del lanzamiento, Allan McDonald. Esa noche estaba haciendo un frío inusual en Florida, por lo que McDonald sugirió posponer el lanzamiento, ya que la temperatura fría pudiera afectar los anillos que evitaba que los gases calientes escaparan de los motores del cohete. Los motores no habían sido probados en temperaturas bajas, y se pronosticaban temperaturas ídem para la mañana del lanzamiento.

Sin embargo durante la conferencia de los miembros de NASA con la empresa fabricante manifiestan que no les interesa hacer caso a su recomendación. McDonald queda muy sorprendido porque es la primera vez que NASA desoye una recomendación sobre que no es conveniente despegar un cohete. Le exigen a McDonald que firme el documento aprobando el lanzamiento, y se niega hacerlo; sin embargo el superior de él sí lo firma.

A la mañana siguiente despega el Challenger, y a los 73 segundos del mismo estalla en llamas. Después de realizada la investigación se concluye lo que falló fueron los anillos del motor.

Conclusión

Es muy famoso el discurso de Winston Churchill en el sentido de que nunca te rindas, pero también hay que reconocer que puede ser conveniente desistir de algo.

Además hay lo que se llama costo de oportunidad: Estar invirtiendo tiempo y recursos en algo no rentable y por lo tanto dejando de hacerlo en otra cosa que pudiera ser productiva.

Estimado lector que en este 2020 no tengamos miedo de tomar riesgos, pero también adquirir la prudencia de cuándo desistir de los mismos. Tarea nada fácil por cierto. ¡Feliz 2020 y Domingo ídem!

En esta nota