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El Negro

Durante años todas las tardes casi al anochecer rascaba la puerta de la casa sabiendo que Alejandra le abriría y el gustoso se comería una salchicha.

"Somos lo que hacemos"

Durante años todas las tardes casi al anochecer rascaba la puerta de la casa sabiendo que Alejandra le abriría y el gustoso se comería una salchicha. La vida que es tan grande y misteriosa nos dio la oportunidad que el 15 de septiembre del 2019 llegará definitivamente con nosotros; siempre imaginé que mi casa estaba completa, comprendí lo erróneo de mi idea al poco tiempo que el Negro hizo de mi espacio el suyo, el nuestro.

El Negro decidió que nosotros seriamos su familia y ese fue uno de los regalos más grandes que hemos tenido, fue el compañero de muchas tardes al recorrer el fraccionamiento en el que vivimos, fue uno más en mi oficina cuando durante muchos días nos regaló su compañía durante las mañanas, sabía pedirle un pedazo de taco a Came, robarle una caricia a Roció, hacerle un guiño a Iris y robarle el mayor número posible de galletas a lupita; estoy seguro que él sabía perfectamente que en casa el regaño para mí por permitirlo era evidente, para terminar obedeciendo el grito de Alberto que marcaba el final de la jornada de trabajo para retornarlo de regreso a casa.

La magia de su andar cansino y el garbo de su desenfado marcaron el mimo de los vecinos que disfrutaban su recorrido cada tarde; junto con el Negro descubrimos que caminar con él era el mejor pretexto para estar en familia, que su compañía no valía en función de que él nos procurara la protección que uno espera en un perro, sino en la magia de hacernos sentir especiales, de querer llegar a casa y después de su menor guiño corresponderle con un muy esperado premio.

Creo que una de las formas en que la bondad del ser humano se manifiesta es en la manera en la que tratamos a los animales, cerciorarme de ello a través de los mimos y cuidados de Isabella, Alejandra, Elena y Francisco confirmaron que mi casa no sólo es un espacio en el que estamos, sino el hogar que juntos hemos construido, le doy gracias a la vida de haberme dado la oportunidad de que Alejandra sea la guía en la formación de Isa y Francisco; su compasión y acompañamiento con el Negro hicieron que del dolor de nuestra mascota el dolor de todos en casa; no tengo duda de que cuando llegue el momento de que yo tenga un tema de salud, que seguro llegará, ellos serán solidarios en la pena, lo cual hará, hago votos porque así sea, más llevadera.

Muchas veces vi como el Negro se acercó a Isa, a Ale y a Francisco para con su cabeza manipular la mano de ellos, separarla de su posición habitual, hacerse un espacio y con ello lograr una caricia, me conmueve el corazón saber que no lo hará más; hoy he visto a mis hijos y a su mamá, llorar desconsoladamente, sabiendo que no se ha perdido sólo una mascota, hoy se ha ido junto con el un pedazo de su corazón.

Llegar a la casa y no encontrarlo ha sido un trago amargo, saber que su magia, sus guiños y su compañía no estará más nos ha empequeñecido el corazón, hay compañeros de vida que marcan, el Negro sin duda nos marcó; gracias por haberlo hecho.

* El autor es empresario y ex dirigente de Coparmex Mexicali.

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