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¿Cuál es el límite?

Por el derecho a la libertad de expresión.

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Aunque ya nos estamos acostumbrando, la Iglesia Católica nos sorprende con más frecuencia, del clima enrarecido que se vive en su interior. Ahora es el asesinato de un acólito cometido, al parecer, por el sacerdote al que ayudaba en las misas. Las investigaciones que se llevaron a cabo en la Ciudad de México demuestran, tras el seguimiento puntual del automóvil de la víctima por medio de las cámaras de vigilancia, que después de asesinarlo lo abandonaron. Las mismas pesquisas hablan de que el asesino hizo una llamada a alguien para que fuera a recogerlo al lugar del crimen. También se supo que su victimario ofició la misa de cuerpo presente, de manera devota y como un santo despidiendo a un discípulo. 

Aunque hay personas que se resisten a aceptarlo, las ancestrales relaciones de poder que definieron a la Iglesia Católica en su interacción con la comunidad, les dio un lugar relevante del cual supieron aprovecharse. No es solamente el hecho de que han abusado de las limosnas, de los servicios domiciliarios (bautizos, comuniones, casamientos, etcétera) por los cuales cobran y bien, sino que, además, han abusado sexual, sentimental y físicamente de los feligreses. Las denuncias en México son extensas y siguen apareciendo; los juicios e investigaciones en los Estados Unidos y el mundo entero han dejado ganancias extraordinarias a los demandantes ya sus abogados, pero esto no ha detenido los abusos.

En Tecate, me platicó una señora que dejó de ir a la iglesia porque encontró a un sacerdote y a la mujer que le ayudaba con el quehacer, en francas relaciones sexuales y amorosas. Cuando les reclamó, el padre fue sarcástico y grosero y en ningún momento se disculpó. Este caso no lo discuto porque eran dos adultos ejerciendo sus derechos, pero me pregunto ¿cuántos asuntos que involucran niños existen en nuestra ciudad? Porque negar la existencia de estos delitos en Tecate es como aceptar las aseveraciones del director de Policía y su Alcaldesa, que dicen que en nuestro Municipio los delitos han disminuido. Sin embargo, el problema no es exclusivo de la Iglesia Católica, ha surgido información noticiosa que expone los abusos sexuales de la denominación religiosa de los Testigos de Jehová, que tiene una estructura interna denominada Consejo de Ancianos, o algo parecido, que se encarga de desincentivar a quienes han denunciado estos abusos.

La discusión sobre la existencia de un cielo o un infierno resulta trivial ante el paradigma de seguir creyendo en las bondades y el amor hacia la gente, de las religiones y sus instituciones. De la misma manera, podemos contar infinidad de historias donde la actitud de los sacerdotes hacia la comunidad se manifiesta diversificada, según la clase social a la cual se pertenezca. Las religiones se han formado al lado de gobiernos represores y han pronunciado sermones que hablan contra lo ricos, especialmente en fechas importantes, con quienes, después, comparten el pan y la sal. Si son tan humanos como para delinquir, también deberían de ser sujetos de todos los compromisos que tenemos los ciudadanos, como respetar las leyes y pagar impuestos. Vale.  

*  El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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