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Ciudad y vocación

Durante milenios el hombre llevó una existencia itinerante, dedicándose a la caza o la recolección y viviendo en pequeños grupos, repartidos sobre amplios territorios.

Durante milenios el hombre llevó una existencia itinerante, dedicándose a la caza o la recolección y viviendo en pequeños grupos, repartidos sobre amplios territorios. En el neolítico, con el desarrollo de la agricultura empezaron a constituirse aldeas más estables y también más pobladas, aunque sin pasar todo lo más de algunos centenares de habitantes. Fue únicamente en torno al año 3,000 a.C. cuando aparecieron los primeros núcleos de población a los que podemos dar el nombre de ciudad. Estos asentamientos siempre se desarrollaron a la orilla de ríos o fuentes de agua. Desde entonces la «revolución urbana» no dejó de extenderse, cambiando por entero el curso de la historia de la humanidad. Gracias a ello, floreció la actividad agrícola y manufacturera, aprovechando a la vez una serie de innovaciones técnicas fundamentales, como el arado de sembradera, el torno de alfarero, la rueda o la vela. La construcción de una red de canales favoreció asimismo la agricultura y el comercio, mientras que la invención de la escritura permitió una mejor contabilidad de las transacciones económicas. Dentro de cada grupo humano se acentuó la división del trabajo, para atender a las nuevas demandas de una economía en expansión. Fue esta suma de transformaciones la que cuajó en la aparición de las primeras ciudades. Los historiadores siguen discutiendo sobre el papel que tuvieron en ello los sumerios, y sobre si éstos fueron un pueblo invasor o bien natural de la misma región. A partir de ese momento, las zonas mejor dotadas para la agricultura progresarían rápidamente, mientras otras permanecieron estancadas o evolucionaron lentamente, produciéndose una diversificación de culturas con estructuras muy distintas y distanciadas. Uno de los principales rasgos diferenciales será el decisivo cambio experimentado con el tránsito de las pequeñas comunidades campesinas a las primeras ciudades, donde se activará la especialización en el trabajo, que a su vez intensificará y complejizará las relaciones humanas de todo tipo. Es entonces cuando se inicia el proceso hacia una civilización urbana con existencia de nuevas instituciones y pautas sociales que hicieran posibles esta forma de vida. El aprovechamiento del excedente agrario en el pago de tributos que permitían mantener una serie de cargos dedicados a la organización de la sociedad, la aparición de una amplia división del trabajo con numerosos artesanos que convertirían a la ciudad en un centro mercantil y manufacturero para el territorio que la rodea. Mexicali, con toda proporción guardada, es una de esas zonas privilegiadas que todo el año cuenta con agua, gracias al tratado de aguas de 1944, que permitió que esta zona desértica fuera un emporio agrícola en los años 60 y 70, en esa época se llevó a cabo la rehabilitación del valle de Mexicali desde el punto de vista hidráulico, lo que permitió que la producción agrícola fuera rentable. Hoy ya no lo es, la falta de mantenimiento en los canales y drenes, la renivelación de tierras y la falta de mantenimiento de los drenajes agrícolas, los sistemas de riego (aún se riega como en Mesopotamia), cada día hacen menos rentable el uso del agua para la agricultura. La falta de planeación en el uso y manejo del agua redundara en una mala distribución del preciado líquido ante el inevitable cambio climático. Las ciudades del estado deben definir su vocación como tal, las ciudades de nuestra costa deben alimentarse del agua de mar y no tener industria manufacturera que utilice grandes volúmenes de agua, su vocación debe ser turística, la zona del valle de Mexicali y San Felipe debe ser agrícola con riegos por aspersión y goteo, con cultivos de alto valor comercial, turístico y de manufactura. Ante la actual escasez del agua saldrán funcionarios expertos en agua con tal de seguir viviendo del erario, es urgente un plan hidráulico a largo plazo para nuestro estado, somos privilegiados al tener litorales extensos en donde el agua de mar esta nuestra disposición, una aberración en el bienio maldito haber cancelado dos grandes proyectos, la cervecería y la desaladora. ¿Qué es más importante un viaducto de 10,000 millones de pesos o una desaladora?

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