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Bonilla quiere seguir en el poder

El gobernador Jaime Bonilla no se está preparando para dejar el gobierno del estado en un par de meses, sino que se está preparando para seguir gobernando después de que se instale la nueva gobernadora Marina del Pilar.

El gobernador Jaime Bonilla no se está preparando para dejar el gobierno del estado en un par de meses, sino que se está preparando para seguir gobernando después de que se instale la nueva gobernadora Marina del Pilar. El asunto es gravísimo y no se sabe si alguien está haciendo algo frente a ello.

Hay varias acciones y decisiones que Bonilla está tomando en estas últimas semanas que indican que su objetivo es seguir teniendo una gran influencia una vez que quede fuera del gobierno. Una de ellas es su iniciativa para que el periodo del fiscal del estado se amplíe de seis a nueve años, manteniendo a su compadre Guillermo Ruiz hasta 2028.

La segunda medida y quizás más importante todavía es la “municipalización” de los organismos operadores del agua, que de entrada tiene una connotación avanzada pues está contemplada en el Artículo 115 constitucional, aunque en este caso su finalidad es de orden político y económico.

En mi explicación, Bonilla quiere seguir controlando y estableciendo varias directrices en el próximo gobierno estatal, por lo menos hasta 2024, que es cuando AMLO termina su gobierno. Pero eso no lo puede hacer directamente, sino a través de varios mecanismos que está definiendo en estos momentos, como la municipalización de los servicios del agua.

Al municipalizarse los servicios del agua, es muy posible que los gobiernos municipales se fortalezcan y adquieren más poder en el mediano y largo plazo, aunque al principio les puede acarrear varios problemas financieros y de organización. Si esto es así, quien saldría más fortalecido de ello sería Bonilla pues él controla a 4 de los cinco alcaldes que habrá en los próximos meses.

Quitarle el agua al gobierno del estado es quitarle poder en muchos sentidos a la nueva gobernadora. Quizás por eso los gobiernos panistas se resistieron tanto a entregar el servicio del agua a los ayuntamientos. El agua, en una situación de escases, como es el caso, es un instrumento poderoso tanto desde el punto de vista político como económico. Bonilla debió haber consultado este paso con Marina del Pilar, siendo incluso del mismo partido.

La otra faceta que tiene esta medida es de más largo plazo. Si se construye la nueva planta para “subir” el agua por la Rumorosa es muy probable que los municipios ya no tengan problemas de abastecimiento lo que, a su vez, puede conducir a buscar en otro contexto nuevas fuentes de agua como pueden ser las plantas desalinizadoras, que es el viejo proyecto con el que se dio a conocer Bonilla por primera vez. ¿No es así?

En otras palabras, Bonilla quiere seguir teniendo influencia en el próximo gobierno del estado a través de los ayuntamientos, es decir, a través de los alcaldes que de alguna manera siguen sus órdenes, como se ha visto en el caso de la municipalización del agua. Es el caso de Ensenada, Playas de Rosarito, Tijuana y Tecate, que además gobernarán (con la reelección) por los próximos seis años.

Si esto es así, la nueva gobernadora Marina del Pilar se quedaría sólo con la alcaldesa de Mexicali, quizás con una parte de los diputados (no necesariamente la mayoría) y, si lo permite, con algunos funcionarios “sembrados” por Bonilla en su gabinete, empezando con el fiscal general, y con Catalino Zavala que se proyecta para ser el nuevo secretario de gobierno.

El asunto de fondo en todo esto es que Bonilla no va a soltar fácilmente el poder porque, desde su perspectiva, él es el que puso las bases del triunfo de Morena y de López Obrador en Baja California. Él podrá estar fuera del gobierno, pero quien se va a mantener vigilante de que los gobiernos de Morena se mantengan en el carril de AMLO, será Bonilla.

Esta visión egocéntrica es lo único que explica que Bonilla ya se haya enfrentado a la nueva gobernadora del estado, una actitud muy parecida a aquella de querer cambiar el periodo de gobierno. Un mensaje profundamente negativo de un gobernador cuyo periodo de gobierno ya concluyó tratando de aplastar y neutralizar al gobierno que viene.

La visión de Bonilla, que fue evidente durante su pequeño mandato, consiste en que todos los funcionarios de su gobierno o de Morena en BC deben rendirles cuentas a él, porque si no lo hacen y tratan de jugar un rol más independiente, serán el blanco de la furia de Bonilla, como ya lo hizo con Marina del Pilar.

El estado está en una verdadera encrucijada. En realidad ya hay una crisis política en la entidad provocada por Bonilla. Si alguien del “centro” no viene en auxilio de Marina, no podrá gobernar, salvo que se decida cortar o mandar “a volar” a Bonilla a otro lugar.

Aun así es muy probable que él persista en seguir gobernando. ¡Esto es Morena señores!

*El autor es analista político

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