Casillero
“Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera.” François de la Rochefoucauld Ahora que ya ha concluido todo el proceso derivado de la elección del 1 de julio, en que los ciudadanos responsables salimos a votar por aquellos hombres y mujeres que consideramos los mejores candidatos y que desde la semana pasada ya tenemos Presidente Electo, viene una época muy importante para la vida de nuestro país, la llamada “operación cicatriz”. Debemos dejar atrás los golpes bajos, descalificaciones, traiciones y pensar en el hecho de que México requiere de la unidad de todos los que en el habitamos. Resulta difícil pero no imposible lograrlo, lo único que hace falta es voluntad. Es importante pues, ver hacia delante e independientemente de lo que ocurra dentro de cada partido político, si pierden o no su registro unos, o que harán otros para recobrar la credibilidad perdida por tantos años de corrupción y malos manejos, los ciudadanos debemos regresar a la realidad, evitar conflictos y buscar que nuestras autoridades, de cualquier color y nivel de gobierno, trabajen y cumplan con su deber. La “operación cicatriz” deberá consistir por un lado en el hecho de que quienes resultaron ganadores en esta contienda, sean generosos los otros y que no exista mezquindad por parte de los que no hayan ganado para impedir el buen ejercicio de gobierno. Frente a la humildad del que reconoce haber perdido, se requiere que el vencedor deje la soberbia a un lado y tienda la mano al vencido, pues de lo contrario, la operación cicatriz solo será una maniobra política de quien ha ganado con el único propósito de jalar reflectores Se trata pues de un ejercicio que debe buscar la creación de un clima social de avenimiento y reconciliación, bajo ninguna circunstancia le conviene a México construir ese clima basado en el agravio o el revanchismo que solo destruye. De esa manera no se puede sanar lesiones si nos dedicamos a rociar limón a la herida abierta, pero tampoco ninguna herida habrá de cerrar si dejamos en el interior las pinzas del odio, la injusticia o el rencor. Recordemos también que antes de cerrar y propiciar la cicatrización, las heridas deben ser lavadas y saneadas, de otra manera seguirán destilando pus y, eventualmente, podrían romper el tejido social. Sin embargo, no olvidemos que para cualquier operación profiláctica se requiere tener las manos limpias. Vienen las elecciones locales y será una oportunidad de demostrar madurez y objetividad en dicho proceso. A partir de este momento, viene una época en la cual se deberá buscar que las heridas provocadas en el campo de batalla político, cicatricen y todo aquello que fueron ánimos exaltados se conviertan en deseos de un mejor futuro para México, lo que fue rencor, sea pretexto para tejer en la pluralidad el destino de nuestro País. Lo que fueron envidias y malas intenciones sean ocasión de encontrar la reconciliación entre las diferentes fuerzas políticas, porque por encima de una contienda electoral, está nuestro futuro. * El autor es asesor empresarial en cabildeo.
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