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El apostador fantasma del Agua Caliente

Esta historia tal vez no sea tan conocida, pero no por ello es menos importante, puesto que habla de la fortuna que muchos buscaban al llegar a la ciudad de Tijuana, que les prometía lujos obtenidos de los negocios por apuestas.



La leyenda de hoy cuenta la historia de un hombre de apellido Cortés por allá en los años 20, un señor de origen desconocido y del que no se sabe mucho, más que las fantasmagóricas apariciones que hace después de su muerte en la zona aledaña al Hipódromo.



Calificado como una fina persona, un gran caballero y un soñador de gran corazón, el señor Cortés deseaba con todas sus fuerzas ganar en las carreras de caballos del hipódromo una fortuna para darle una buena vida a su amada.



El hombre llegaba cada fin de semana desde Los Ángeles en Estados Unidos para apostar el dinero que poseía en el caballo de su predilección, aunque nunca corría con mucha suerte.



Un viernes llegó como siempre a pasar el fin de semana, pero en esa ocasión era visitado por un señor de apellido Omary, según cuenta el relato.



El señor Omary le dijo al señor Cortés que apostara todo su dinero en un caballo que le había señalado y el hombre decidió tomar su palabra haciendo lo sugerido.



Momentos después todos vieron lo imposible, el caballo que Omary había apuntado como el ganador se llevó la carrera, dándole al apostador la gran fortuna que tanto deseaba.



Cortés corrió alegre hacia sus amigos y se retiró del lugar sin cobrar su boleto ganador, pensando que después regresaría por él, aunque no fue así y es en esta parte donde la historia tiene su giro.



Los hombres fueron a celebrar a un bar cercano por el éxito obtenido, por lo que tomaron un taxi hasta la plaza El Toreo, donde abandonaron el vehículo para tomar un au tobús que los llevaría a la Línea Internacional para regresar a los Estados Unidos.



Pero algo insólito sucedió mientras se transportaban en el camión, el señor Cortés sufrió un infarto y cayó del asiento, momento en el que Omary trató de ayudarlo, pero sólo para tomar su cartera con el boleto ganador, dejando atrás al hombre desvariado.



Mientras Omary huía del lugar, Cortés era trasladado a la Cruz Roja donde los doctores no pudieron hacer más por él, declarándolo muerto en el día de su gran victoria.



Después, la familia del fallecido hizo los trámites correspondientes para trasladar el cuerpo de regreso a Los Ángeles.



Se desconoce si Omary envenenó a Cortés con la intención de robar su dinero o cuál era el origen de su amistad, otros dicen que incluso pudo haber sido un pacto el que acabó con la vida de tan noble señor.



Posterior a su muerte en aquel camión, muchas personas manifestaban haber visto a un hombre en los taxis y autobuses que hacían su recorrido por el Hipódromo.



Dicen que don Cortés pregunta a los pasajeros si alguien ha visto su ticket premiado, pero cuando estos intentan responderle, desaparece.



Descrito como un hombre con gran presencia, se sienta del lado de la ventanilla para fumar un puro de excelente calidad, tratando de exhalar el humo hacia la ventana, aunque en ocasiones falla.



Los choferes de transporte público de hace algunas décadas sabían muy bien de la historia de este hombre a quien muchos dicen ver, pero nadie logra platicar con él que siempre viste elegante y nunca suelta su puro.



El Apostador Fantasma es como se le conoce y rondará hasta encontrar el dinero con el que soñó toda su vida e incluso después de su muerte sigue buscando.



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