Para bailar, el jazz
Como es bien conocido, la música de origen estadounidense (foxtrot, ragtime, blues, jazz, swing, rock, etc.) llegó a Baja California de forma inmediata, ya que muchos de los músicos representativos de estas corrientes trabajaron en las ciudades fronterizas de nuestra entidad, especialmente durante buena parte del siglo XX.
Como es bien conocido, la música de origen estadounidense (foxtrot, ragtime, blues, jazz, swing, rock, etc.) llegó a Baja California de forma inmediata, ya que muchos de los músicos representativos de estas corrientes trabajaron en las ciudades fronterizas de nuestra entidad, especialmente durante buena parte del siglo XX. Pero su impacto mayor se dio entre 1920 y 1950, cuando las orquestas americanas fueron los conjuntos que amenizaban los centros de diversión de la frontera tanto en Mexicali, Tijuana y Ensenada. Basta con recordar la famosa orquesta del cabaret Imperial que dirigía Jack Tenney hacia 1922. Y precisemos aquí: hablamos de un jazz bailable, festivo, rítmico a morir. Un arte musical que iba desde el ragtime hasta el dixieland, pasando por todas las tendencias de moda por aquellos años. Se trataba de orquestas medianas y grandes que daban colorido a las fiestas y lugares de entretenimienPorfirio to de lujo. Sitios a los que asistían los turistas extranjeros al igual que la gente mexicana aficionada al jazz.
Esto llevó a que los músicos nacionales también incursionaran en esta música de origen afroamericano, como fue el caso de Miguel Bravo Mena y de Jacinto Mendoza. El primero, Miguel Bravo Mena, nació en Tijuana en 1935 y sus inicios tuvieron lugar en las clases de música que recibió en la Escuela Secundaria Álvaro Obregón siendo ya un adolescente. José Gabriel Rivera Delgado (El mexicano, 20-II-2004) lo llama “un orgullo musical de Tijuana, un personaje que a base de trabajo, entusiasmo, dedicación y profesionalismo tuvo la posibilidad de sobresalir en el ámbito de la música, en el género del jazz, tanto en el orden nacional como en el mundial.” Entrevistado por Rivera, don Miguel expresa que primero fue clarinetista antes de pasarse a tocar el saxofón. En esos
también fue haciéndose un experto en las canciones de moda al estilo del jazz bailable y más tarde conformó “la famosa orquesta juvenil de la Secundaria Álvaro Obregón, teniendo como maestro al profesor Melesio Rosales, quien fue el creador de esta agrupación”.
Para 1960, Miguel Bravo Mena se marchó a la ciudad de México y en 1962 fue saxofonista de la orquesta de Tino Contreras, uno de los fundadores del jazz en México. El grupo de Tino Contreras cultivaba el jazz, pero buscaba darle un color local, un estilo mexicano. En un escrito de Nacho López, citado por Alain Derbez en El jazz en México (2001), se decía que el auge de los grupos de jazz en los años sesenta en México se debió a que fue un arte que poseía una carta de universalidad del más alto rango. Miguel Bravo llegó en la década cumbre de este género musical para México y la aprovechó convirtiéndose en uno de los más reconocidos saxofonistas nacionales, un representante del mejor jazz fronterizo.
En cuanto a Jacinto Mendoza, cuyo nombre lleva el más famoso festival de jazz de Baja California, éste ha dicho que el jazz es su vida porque es una forma de expresar la gama de experiencias que van desde el dolor más profundo a la alegría más contagiosa. Una música “que trajeron los esclavos negros a occidente, aquí se juntó el ritcendieron mo africano con los cantos eclesiásticos y de esa mezcla nació esta música que es pura alabanza pero sin monotonía, un ritmo que brinca y se mueve a su antojo.” Chinto Mendoza regresó a Mexicali también en los años ochenta del siglo XX y aquí se convirtió en maestro de las nuevas generaciones de jóvenes que se han dedicado a la música formal en el Instituto de Bellas Artes del Estado y en la Banda de Música del Estado. Un alumno suyo, Raúl Duarte, ha dicho que Chinto Mendoza es “un gran músico que destaca no solo como arreglista, sino como pedagogo y jazzista con sus recursos rítmicos, melódicos y armónicos.”
Hoy en día, Chinto Mendoza es considerado el músico de acompañamiento más solicitado tanto para grupos de música popular como para ensambles de jazz o agrupaciones de música clásica. Virtuoso saxofonista ha hecho de su instrumento una lección de vida y del jazz una opción que sigue presente en la frontera norte de México. La suya es una lección de trabajo y creatividad, donde sus aportaciones musicales y pedagógicas a la cultura de la entidad no tienen desperdicio, donde el jazz se ha vuelto una ruta artística compartida con todos los músicos locales y foráneos que acuden a su festival internacional.
- *- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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