Perversa

He leído de un tirón el libro de Ricardo Raphael titulado “Fabricación” (Seix Barral, 2025) y continúo impresionado. La maldad parece no tener límites. Fruto de una investigación de varios años, Raphael nos presenta en 534 páginas una historia de horror, corrupción, perversión y cualquier otro adjetivo abominable, el llamado “caso Wallace”. Uno quisiera que fuera ficción, una novela fruto de un escritor con gran imaginación. Pero lamentablemente es una historia real sobre la impartición de justicia en nuestro país.

Esta nota no pretende ser una reseña de un libro magnífico, solo unas palabras para expresar mi indignación ante una injusticia que ha mantenido privados de la libertad por dos décadas a un grupo de mujeres y hombres por el delito de haber sido amigos o conocidos de un personaje, el hijo de una mujer siniestra: María Isabel Miranda de Wallace. El 12 de julio de 2005 desapareció Hugo Alberto Wallace. Desde ese momento empezó una maquinación de la Sra. Miranda de Wallace para convertir la desaparición en el secuestro y asesinato de su hijo.

Se trata de una bola de nieve producto del contubernio de autoridades judiciales sometidas por la violencia de una mujer dispuesta a todo con tal de convertirse en heroína a partir de una verdadera obra de teatro del absurdo. En un contexto en el que el presidente Felipe Calderón Hinojosa lanzó su “guerra contra el narco” y la secuela de violencia que tal acción desató, surgió una mujer “dispuesta a todo” con tal de encontrar a su hijo… aunque ese todo fuera culpar a gente inocente de un secuestro y un asesinato nunca comprobado. Una mujer que se dio cuenta que por esa vía adquiriría un poder soñado.

Compró jueces, ministerios públicos, policías y el presidente Calderón la encumbró. Fue tal la fuerza que adquirió, que propuso al tijuanense, Raúl Plascencia Villanueva, como Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y éste en agradecimiento la promovió para que recibiera el Premio Nacional de Derechos Humanos en 2010. De ahí a candidata del PAN al gobierno del Distrito Federal en 2012.

Al leer la fabricación del caso por la Sra. Wallace uno no puede sino pensar en si la maldad conoce límites: hay personas que pueden llegar a odiar tanto que son capaces de creerse sus mentiras con tal de destruir a otros seres humanos. Y cómo puede haber cómplices que por temor, corrupción o simple indiferencia se prestan a un juego macabro, siniestro. Lo peor es que el “caso Wallace” no es el único. Sólo recuerdo que Israel Vallarta continúa preso a punto de cumplir 19 años sin sentencia por otra fabricación a la que se prestó Televisa a través de Carlos Loret de Mola y Genaro García Luna.

Dice Ricardo Raphael: “El caso Wallace desnuda una disputa feroz de nuestra época donde la justicia importa menos que el poder a la hora de descifrar la verdad. Trata de una víctima de secuestro que muy probablemente jamás fue secuestrada, de un muerto que continuó dando testimonio de vida después de su asesinato, de una defensora de derechos humanos que torturó para fabricar culpables, de una banda de criminales inexistente y de una acción de la justicia tremendamente injusta”.

La pregunta que se hace el lector en todo momento es ¿cuál es la causa que llevó a la auto desaparición de Hugo Alberto Wallace y la maquinación de su madre para hacerlo pasar como víctima de un secuestro y asesinato? La respuesta parece estar en la página 498 donde se recoge el testimonio de Edgar Valdez Villarreal, la Barbie. Este terrible caso donde la realidad supera a la ficción, nos lleva a la conclusión de que el Poder Judicial está podrido y debe reformarse. Miles de inocentes se encuentran en las cárceles víctimas de mentes perversas coludidas con el poder. Isabel Miranda de Wallace murió sin haber pagado sus culpas. Nunca más.

*El autor es Presidente de El Colegio de la Frontera Norte.