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El empeñoso Lee Little

En la historia del valle de Mexicali, el ranchero estadunidense Lee Little hubiera pasado casi inadvertido.

En la historia del valle de Mexicali, el ranchero estadunidense Lee Little hubiera pasado casi inadvertido. Fue, ciertamente, un pionero en abrir las tierras del lado mexicano a principios del siglo XX. Como lo relata el Calexico Chronicle del 5 de agosto de 1909, sus grandes hazañas eran únicas en muchos aspectos: “Lee Little acaba de terminar el primer almacén en Mexicali. El edificio, ubicado a dos manzanas al sur del depósito, tiene una capacidad de 15.000 sacos. Una gran parte del grano de su rancho de 1000 acres está siendo colocado en el almacén”.

Tres años más tarde, en su número del 12 de octubre de 1912, el mismo periódico de Calexico informará a sus lectores que: “Lee Little, además de ser bien conocido localmente como un ejemplo de lo que un hombre puede lograr en el Valle Imperial por medio de la prisa y el trabajo duro, está consiguiendo una gran reputación fuera de casa. La siguiente reseña fue dada por el periódico San Diego Union y aunque es un poco errónea en algunos detalles, es en general una estimación muy correcta del éxito que ha tenido el hombre. Lee llegó al valle hace unos diez años, en lugar de seis, como afirma la Unión, pero al cabo de cuatro años estaba prácticamente arruinado, de modo que lo que tiene ahora lo ha adquirido en los últimos seis años. Este año tiene en cultivo 6.000 acres de tierra, pero no espera duplicar la superficie el próximo año, como dice el artículo. Sin embargo, el próximo año, en compañía de otras personas, espera construir en Mexicali un molino harinero con una capacidad de 35 barriles o más por día, con el propósito de cuidar el grano cultivado en México por los rancheros al otro lado de la línea. Esta harina se enviará a través de los Estados Unidos para su entrega en México”.

Una de las características que Lee Little compartía con todos los esforzados pioneros de Mexicali, no importando si eran mexicanos, estadunidenses, chinos, japoneses, españoles o nativos, es que no se arredaban si algo salía mal, si la naturaleza destrozaba sus cosechas, si las aguas del río Colorado inundaban sus tierras, si un terremoto derrumbaba sus casas. Siempre volvían a ponerse de pie.

En vez de quejarse de su mala suerte se dedicaban de nuevo a trabajar desde cero. Caer y levantarse era parte de su rutina de vida. El reportaje sobre Lee Little y su rancho en el valle de Mexicali terminaba con sus propias palabras sobre cómo él mismo se veía: “No me atribuyo mucho mérito por el éxito que he logrado. Hay oportunidades para cualquier hombre que no tenga miedo al trabajo. Fui allí, trabajé duro y aproveché las oportunidades que se me presentaron. Eso es todo”.

En cierta forma, tal era el ideal en que se basaron los rancheros, los que abrieron las tierras del delta del río Colorado, para hacer de un desierto uno de los valles más ricos y productivos del norte fronterizo mexicano. Otro aspecto donde Little destacaba era en que nunca se quedaba en lo seguro: si el cultivo de trigo le funcionaba, ahora experimentaba con otros cultivos, sólo para comprobar cómo crecían en sus terrenos. En el Chronicle del 10 de marzo de 1914 se informaba de las actividades agrícolas de este ranchero: “El año pasado, según Little, su gran rancho produjo unos 40.000 sacos de grano, incluyendo cebada y trigo, pero este año espera que esta producción se incremente materialmente. El Sr. Little estima que su cosecha total de grano de este año ascenderá a unos 62.500 sacos. Dos tercios de la misma serán de trigo y un tercio de cebada. Durante la temporada de la cosecha tendrá unos cincuenta trabajadores. A diferencia de la mayoría de los rancheros del Valle, no está sembrando toda su tierra con algodón, prefiriendo dedicarse al trigo y la cebada, con la alfalfa como cultivo secundario”. Para este empeñoso agricultor la diversificación era la clave de una productividad a largo plazo.

El 21 de julio de 1914, doce años después de que Lee llegara a Mexicali, el Chronicle afirmaba que él pertenecía a “un maravilloso conjunto de hombres. Eran robustos y estaban preparados para luchar contra la adversidad, para pisotear los obstáculos”. Tal era el mejor retrato que podía hacerse de Lee Little, pionero mexicalense.