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El Imparcial / Columnas /

El miserable

Somos lo que hacemos.

El pasado domingo 18 fuimos miles los que salimos a expresar nuestro desacuerdo con la intención de debilitar al Instituto Nacional Electoral orquestada desde Palacio Nacional; desafortunadamente la sinrazón del presidente López Obrador, quien en vez de unir a nuestra gente la divide, dejando con ello de comportarse como el jefe del Estado mexicano para hacerlo como un vulgar porro, como un fanático de su movimiento “transformador” líder de un grupo de políticos, como Bonilla, Marina, Monserrat, Pérez Tejada, Armando Ayala, más entusiasmados en ser simples porristas aplaudidores de ocasión, extasiados por el saludo de Claudia, dispuestos a la genuflexión necesaria para no incomodar al señor presidente, olvidándose de la dignidad necesaria para defender a nuestra gente, ya sea se trate de la inversión más importante de la historia de nuestro estado, nuestra seguridad, medicamentos para nuestros enfermos o el presupuesto necesario para que nuestras ciudades tengan la mínima obra necesaria.

Andrés Manuel es presidente pero jamás será un estadista, su pequeñez es mayúscula, la mayoría de sus seguidores han fanatizado su persona por ello no se cuestionan, se conforman por escuchar la palabra sagrada de su evangelizador en mítines a mano alzada; por ello la nimiedad de creer que su apóstol es uno en favor de la democracia cuando lo que nos escupe todos los días a la cara es el rostro de un gobierno de un solo hombre, incapaz de comprender que en la democracia la opinión de todos es tan relevante como la suya, que los disensos se respetan, que la grandeza obliga a construir instituciones que garanticen un mejor gobierno para todos, no combatirlas desde el ámbito de un poder personal que busca avasallar y someter a cualquier costo a sus contrapartes.

Juzgue usted lo dicho por López Obrador el pasado lunes 19, un día después de la tercera concentración de ciudadanos en favor del INE ocurrida en 120 ciudades del país: ‘Nuestros adversarios, los fifís, corruptos, no le tienen amor al pueblo ni le tienen respeto al pueblo. Se sienten superiores. Son clasistas, son racistas, por eso no entienden lo que está pasando y se enojan mucho y empiezan a insultar: narco, dictador, naco, y sí, la verdad. Me da mucho orgullo ser de Tepetitán, Macuspana, Tabasco’.

Es gente sin escrúpulos morales de ninguna índole. Son muy deshonestos y corruptos. Por eso no les veo futuro. Además, tengo que reconocer que se han portado muy bien, porque nada más son insultos y no han optado por opciones violentas, porque los conservadores también son muy autoritarios, además de corruptos, son fachos’. Por ello pasará a la historia como la gran oportunidad perdida, como el líder que pudo ser y que desperdició la oportunidad de construir un mejor México, que dilapidó en el insulto la opción de unir a los mexicanos entorno de un proyecto de nación en beneficio de todos. En ¿qué momento la democracia se convirtió en patrimonio sólo de él y de los suyos?

Del “No me vengan que la ley es la ley” hasta “Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política” lo describen detalladamente como un patán acorralado por su ego que tiene la altura moral de un miserable que disfruta del encono, la mentira y la división, al igual que muchos de los políticos que le siguen. #MiVotoNoSeToca