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La oposición tecatense (bis)

Entre la década de los setentas y los ochentas, la oposición en Tecate, y por consiguiente, en todo el estado de Baja California, estaba conformada por los organismos de izquierda, por el PAN, el movimiento estudiantil y un sector del magisterio que también aportaba su cuota de disidentes.

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Entre la década de los setentas y los ochentas, la oposición en Tecate, y por consiguiente, en todo el estado de Baja California, estaba conformada por los organismos de izquierda, por el PAN, el movimiento estudiantil y un sector del magisterio que también aportaba su cuota de disidentes. Estos organismos contrarios al PRI en el poder, respondían con manifestaciones a las políticas antipopulares de los gobiernos priístas, quienes, al no tener un partido de oposición fuerte y bien estructurado que les diera la contra y los investigara, cometían peculados, dejaban obras inconclusas, incrementaban la corrupción y aprobaban leyes en el Congreso del Estado cuya mayoría era tricolor, sin importarles la ciudadanía. Los priístas gozaban del poder que tenían, y actuaban como verdaderos monarcas, pavoneandose y alardeando de su poderío. La corrupción estaba en todo su apogeo y desde la gubernatura, hasta las presidencias municipales y los diputados locales, sus integrantes se gastaban los recursos financieros y se desgañitaban, reafirmando que habían nacido para gobernar a nuestro país.

No había mejor prestigio que pertenecer al PRI, y al manifestarlo con orgullo, reafirmaban su militancia y su indeclinable convicción de ser priístas. Generación tras generación un grupo de familias se repartían los puestos de elección popular, y de manera velada, algunas veces, pero también abierta, amenazaban a los obreros y colonos de nuestra ciudad, diciéndoles que votar por el PAN u otro partido, era comparable con la traición a la patria. Si eras priístas eras triunfador, pero si eras panista, estudiante, obrero, colono o maestro disidente, lo menos que decían de ti es que eras comunista. En esa época el PRI era el todo poderoso.

Ahora el PRI está en proceso de extinción. Es muy probable que no logren acumular suficientes votos como para que consigan conservar el registro como partido nacional, y deban convertirse en un partidito estatal. Cuando perdieron contra López Obrador, de manera inmediata, muchos priístas renunciaron a su partido, a sus convicciones y se registraron en Morena. Pero, debido a que ahora las cosas parecen dudosas respecto a los posibles resultados negativos para Morena en las próximas elecciones. Si perdiera este partido, ¿Qué podríamos esperar de los chapulines tricolores? Obviamente, que se regresaran al PRI, pues no tienen ninguna pizca de dignidad, son traidores, son oportunistas y están acostumbrados a que los militantes de este corrupto partido, hagan lo que se les dé la gana.

Los líderes de los partidos de oposición, léase PAN, PRI y PRD han permanecido callados ante la serie de delitos mayores, que constantemente se cometen en nuestra ciudad. La derrota los convirtió y derivó en pasivos observadores de los acontecimientos, sin fijar una posición política o circunstancial, ante las adversidades que estamos viviendo. La falta de bases de militantes que los apoyaran, la escasez de recursos económicos, y la falta de líderes que volaron hacia otros brazos que los adoptaron y protegieron, los eliminó de la discusión y la denuncia. La oposición se quedó a la deriva, y si no fuera por los pronunciamientos de los líderes nacionales, nadie escucharía expresiones de ellos. Las propias oficinas de estos grandes partidos están solas, sucias y abandonadas. No sabe la sociedad tecatense si sigue habiendo militancia, ya no se diga activa, sino pasiva, pero militancia.

Mientras que en provincia estos partidos parecen fantasmas, en la Ciudad de México se acaban de abrir las precandidaturas a las diputaciones y senadurías. Como ya lo estábamos adivinando, quienes se sirvieron con la cuchara grande del agandalle, fueron los dirigentes nacionales, que ni tardos ni perezosos se otorgaron las posiciones que ya están ganadas. Esto es lo único que los mueve, la posibilidad de obtener un asiento en las Cámaras de Senadores o de Diputados.

Así han sido siempre los líderes de los partidos: aprovechados y dispuestos a lo que sea para seguir mamando del erario. Nunca han tenido ni la intención, ni la motivación, ni el interés por trabajar en beneficio de la sociedad, siempre han antepuesto sus beneficios personales contra los de la ciudadanía. Por consiguiente, los resultados de las próximas elecciones definirán si continúan siendo partidos políticos, o si pierden sus registros y reinician el difícil proceso de rearmar y consolidar lo que ya perdieron. Vale.

*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.