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Subcultura de la violencia

Llama la atención la insistencia del presidente en negar que la criminalidad en México sea también un problema cultural.

Llama la atención la insistencia del presidente en negar que la criminalidad en México sea también un problema cultural. Repite una y otra vez que no es así, argumenta que si fuera así querría decir que no tiene remedio. Yo pienso que si no se considera esta arista del problema entonces sí no tendrá remedio. Tengo la impresión que para sostener que la solución está en atender la eliminación del fenómeno nini y sacar de las calles a la juventud mediante los programas sociales que implementó necesita negar que ya hay una cultura de la criminalidad. Sí, la pobreza, corrupción, impunidad y la falta de oportunidades y educación son factores clave, pero eso no explica porqué ocupamos el tercer lugar mundial en criminalidad, hay muchos países con peores condiciones que no tienen la barbarie delincuencial que padecemos nosotros. La normalización de la violencia y la glorificación de la delincuencia son factores culturales causales que no se pueden negar. No es tanto la falta de oportunidades de desarrollo y crecimiento para la juventud como la abundancia de oportunidades para la criminalidad lo que hace que opte el joven por el camino más corto a recursos. Quizá habría que llamarle subcultura de la violencia, como una forma de resolver el dilema de considerarlo parte de la cultura como tal, finalmente sería una forma elegante de evitar considerarlo como algo parte de nuestra esencia. Pienso que aceptarlo como algo también cultural nos abre más recursos de solución, como generar una contracultura, un rechazo activo y colectivo a estos valores negativos. Educar en la escuela y familia la manera de identificar de estos valores negativos, así como se procura incluir una crítica a la homofobia, al bullying, etcétera. No temer analizar directamente las expresiones de esta subcultura. Hablar sobre las influencias del momento, por ejemplo, que útil sería analizar los narcocorridos, las narcoseries, que el joven se percate del riesgo de la normalización o glorificación, que se les exponga las consecuencias de la violencia, el dolor humano, escenas reales. Fomentar la empatía para conmoverse ante el sufrimiento, alimentar la inteligencia para develar la manipulación de la normalización de la violencia. Así como se intenta romper ese modelo de glorificar la corrupción, denunciando cómo se elogiaba de inteligente al corrupto, denunciar algo similar con la criminalidad. Sobre todo, con los adolescentes, es en esta edad donde se es más frágil al modelo de la rebeldía, pero ya no hay utopías para ser rebelde, ser rebelde es ser bélico, allí está el sentido de la gran popularidad de Peso Pluma en ese sector poblacional. La sobreexposición a la violencia en las redes conlleva una desensibilización, son noticia sin crítica o conmoción, visualizaciones explícitas desprovistas de consideración ética.

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