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4 mil pesos para tu paz mental

La corrupción gubernamental municipal pasa con y a través de la Sindicatura Municipal. Esa inútil dependencia que sirve para tres cosas: nada, nada y nada.

La corrupción gubernamental municipal pasa con y a través de la Sindicatura Municipal. Esa inútil dependencia que sirve para tres cosas: nada, nada y nada. Ahí anda el actual titular muy alborotado por ser candidato a lo que sea, pero su función (y resultados) es menos que cero.

Recién me remolcaron mi vehículo del nuevo “centro” de Gobierno Estatal en el Blvd. 2000, que a nadie se le ha ocurrido, cuatro años después de instalado, que los vehículos de los usuarios requerimos espacio para estacionarlo. Hay dos opciones: lo dejas en Plaza Sendero y caminas un kilómetro sobre terreno incierto o lo estacionas en la calle de acceso que está toda marcada en rojo en forma innecesaria (al ser recta y tener dos carriles por lado más camellón). Otra deficiencia más del Gobierno del Estado que en todo anda menos en lo importante.

Total que me tocó la mala suerte que llegara la Policía Municipal y me remolcara el vehículo al más próximo corralón municipal (dicen que es práctica normal en el área). Yo que soy ateo empecé con un viacrucis que me arruinó mi día de trabajo. Que vaya a la Delegación, que pague a no sé dónde, que regrese, que entregue y así. No sé ustedes, pero estoy más que consciente para saber que el costo de las multas más mi día improductivo sería muy alto. Opté por lo obvio. ¿Con quién me “arreglo”, joven?

Pásele joven. Tráigase $4 mil pesitos y aquí no pasó nada. Bueno. ¿Y donde está un cajero para disponer de dinero? Allá a 2 kilómetros en la tienda Ley. ¡Y yo sin auto! que remedio, camínale de ida y de vuelta. Menos bronca que ir a la Delegación, ir a pagar, regresar, acreditar, etc.

“Aquí están” le dije, una hora después y frente a los encargados del corralón, previo aviso a las autoridades presentes (de Sindicatura), tenga sus llaves, pase usted. Sin firmar nada, sin presentar nada, sin hablar más. Saqué mi auto rápido y veloz. La corrupción perfectamente institucionalizada. La marca de la casa.

Me dijo el de la grúa (que amablemente me llevó al corralón desde donde recogieron mi auto) que en “días buenos” hasta 80 vehículos ingresan a ese lote. Ignoro cuántos, como yo, se “arreglan”, pero, por la operación que viví, yo creo que muchos. Un descaro absoluto de todos. La corrupción en Tijuana goza de cabal salud. Si no me creen que les pregunten a los bares, congales, negocios, restaurantes, ambulantes, mexicoamericanos y demás víctimas diarias. ¿Hasta cuándo?

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