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Vacacionar en pandemia

Muchas fueron las críticas contra Hugo López Gatell por irse a Oaxaca a “relajar”, mientras el país se desmorona ante la crisis sanitaria.

Muchas fueron las críticas contra Hugo López Gatell por irse a Oaxaca a “relajar”, mientras el país se desmorona ante la crisis sanitaria. En su caso no hay justificación que lo salve siendo Subsecretario de Salud a nivel federal, pero otra cosa muy distinta es salir de viaje siendo un simple mortal. Personalmente yo sí recomiendo tomar un avión y dejar atrás el hacinamiento de las grandes ciudades y el encierro del hogar. Pondré como ejemplo a mi familia. Nosotros vivimos en Tijuana, el municipio más poblado de todo el país (según datos del INEGI), casi 2 millones de habitantes en una ciudad con un territorio minúsculo. Ahora me encuentro escribiendo estas palabras en una tablet, frente a las cristalinas aguas de Balandra en La Paz, B.C.S. A pesar de que me han llovido vituperios y encolerisados comentarios por andar de vacaciones, nada me quita la sonrisa del rostro y mi cervecita sigue sudando frío frente a una playa que parece alberca, con una vista hacia el horizonte digna de postal. La realidad es que aquí estoy mucho más seguro que en mi propio hogar... En Tijuana trabajo todos los días y estoy obligado a salir a la calle para tratar con decenas de personas quienes durante el “semáforo epidemiológico rojo”, tienen que seguir su vida diaria para también llevar el pan a su casa. Mi ciudad es una en la que los contagios han sido masivos y las víctimas son de las más numerosas de toda la nación. Por otra parte, vacacionando en ciudades como La Paz, con apenas 250 mil habitantes, donde todo está restringido y a nivel estatal, el uso de cubrebocas sí es obligatorio, me llena de tranquilidad. Vaya, corro muchísimo más riesgo trabajando diario en Tijuana que pasando una tarde de ensueño en Balandra. Por ello prefiero seguir de viaje en pueblos o ciudades pequeñas, que estar en casa.

Es cuestión de números, de lógica e información. Salir de viaje a lugares pequeños y con pocos habitantes, en fechas donde no hay turismo internacional, al menos para mí, ha resultado de lo más satisfactorio. El día de ayer por ejemplo, era martes y estuvimos 5 horas en una playa con palapas, completamente solos, sin un alma, sin que nadie más se presentara. Parecía que habíamos reservado una playita privada. ¡Imposible vivir esta experiencia en mi querida Tijuana!

Si desean salir de viaje, ¡háganlo! De preferencia vayan en su propio auto. No descuiden las medidas sanitarias y busquen lugares con menos gente que la ciudad en donde viven. Es bueno para la familia, para la economía nacional, es más seguro y por si fuera poco, es una profunda terapia para la salud mental. ¡Buen viaje!

*El autor es graduado de la licenciatura en Derecho de la UABC, escritor y conductor de radio.

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