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El Imparcial / Tecnología / NASA

Sonda Juno de la NASA sobrevuela Ganímedes para evaluar su composición y el campo magnético

Los descubrimientos de Juno servirán para orientar las próximas misiones a la helada luna de Júpiter

La sonda espacial Juno de la NASA, en órbita alrededor de Júpiter desde 2016, realizó un sobrevuelo sobre la luna del planeta, Ganímedes, durante la noche del pasado lunes. ¿Su objetivo? Evaluar la composición y el campo magnético de esta luna helada, entre otras mediciones.

“Juno lleva un conjunto de instrumentos sensibles capaces de ver Ganímedes como nunca antes había sido posible”, explicaba el investigador principal de la misión Juno, Scott Bolton, en un comunicado de la NASA. “Al volar tan cerca, llevaremos la exploración de Ganímedes al siglo XXI, complementando las misiones futuras con nuestros sensores únicos y ayudando a prepararnos para la próxima generación de misiones hacia el sistema joviano”.

Lanzada en 2011, la nave espacial Juno se ha encargado de escudriñar Júpiter, el planeta más grande de nuestro sistema solar, para comprender mejor la composición y evolución del gigante gaseoso, así como sus muchas y enigmáticas lunas. Durante el sobrevuelo de ayer, Juno utilizó instrumentos específicamente diseñados para el planeta Júpiter para desentrañar los misterios de Ganímedes. El radiómetro de microondas de la nave, generalmente utilizado para analizar el movimiento y la composición química de la atmósfera de Júpiter (¡a profundidades de casi 560 kilómetros!), escudriñó en profundidad Ganímedes, una luna del tamaño del planeta Mercurio, para comprender exactamente qué ocurre exactamente en su corteza helada. En el comunicado de la NASA, Bolton señaló que diferentes parches de la capa exterior de Ganímedes son claros y oscuros, lo que indica que parte del hielo puede ser algo más que agua congelada, indica Gizmodo.

Pero no son solo las características visibles de Ganímedes las que interesan a los científicos. El transpondedor de radio de Juno fue configurado para enviar ondas de radio a la atmósfera de la luna, con la esperanza de que la capa exterior, conocida como ionosfera, distorsione ligeramente las ondas, una diferencia que los observatorios de la Tierra podrían ser capaces de detectar. “Si podemos medir este cambio, podríamos entender la conexión entre la ionosfera de Ganímedes, su campo magnético intrínseco y la magnetosfera de Júpiter”, dijo Dustin Buccino, ingeniero de análisis de señales de la misión Juno, en el mismo comunicado. Más allá de eso, el ruido en las imágenes recolectadas por las cámaras de Juno se utilizará para discernir información sobre el entorno de radiación de Ganímedes, mientras que la luz visible ayudará a los investigadores a identificar mejor las regiones de interés de su superficie.

El trabajo de Juno está basado en el de la nave espacial Galileo, que orbitó Júpiter durante casi ocho años y sobrevoló todas las lunas principales del planeta. Esa misión concluyó en 2003, cuando se ordenó a Galileo que se sumergiera en la atmósfera de Júpiter, destruyendo la nave en el proceso. Fue la sonda Galileo quien detectó el campo magnético de Ganímedes, una observación que condujo hasta la labor actual de Juno.

Debido a la rapidez con que se desarrolló el sobrevuelo de Juno (la sonda iba a una velocidad de 19 kilómetros por segundo), la nave sólo tuvo unos 25 minutos para tomar imágenes de la luna antes de que se convierta nuevamente en una mancha de luz distante.

La próxima generación de misiones a Júpiter ya está en marcha. La JUpiter ICy moons Explorer de la Agencia Espacial Europea (JUICE, por sus siglas en inglés) y la misión Europa Clipper de la NASA se lanzarán en 2022 y 2024, respectivamente. Las naves espaciales alcanzarán la órbita de Júpiter alrededor del año 2030, aproximadamente al mismo tiempo en que se lanzarán las misiones Venus de la NASA. Sí, parece que para el 2030 aun falta una eternidad, pero al menos, tendremos las misiones lunares tripuladas Artemis para disfrutar hasta entonces.

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