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Tormentas solares: ¿Estamos listos para un nuevo Evento Carrington?

Agencias espaciales advierten que una tormenta solar similar al Evento Carrington de 1859 podría causar un colapso global en satélites, redes eléctricas e internet, y ya ensayan planes de emergencia para evitar el caos.

Tormentas solares: ¿Estamos listos para un nuevo Evento Carrington?

El 1 de septiembre de 1859, el amanecer llegó cuatro horas antes para los mineros de las Montañas Rocosas, confundiendo el resplandor de la aurora boreal con la luz del día. En Nueva York y otras ciudades, la noche se iluminó de tal manera que la gente podía leer el periódico a plena oscuridad. Este fenómeno extraordinario, conocido hoy como el Evento Carrington, no fue un espectáculo natural inocuo: Se trató de la tormenta geomagnética más poderosa registrada en la historia. Su impacto directo sobre la tecnología de la época —principalmente los sistemas telegráficosprovocó chispas, incendios y la completa paralización de las comunicaciones transcontinentales. Si un evento similar ocurriera hoy, en un mundo hiperconectado y dependiente de la tecnología digital, las consecuencias serían catastróficas.

Una fuerte actividad solar pudo detectarse durante la temporada de Halloween de 2003. Foto: ESA.

Las tormentas solares son erupciones masivas de energía, plasma y partículas cargadas provenientes del Sol. Según simulaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA), una tormenta extrema llega en tres olas consecutivas: Primero, una llamarada de radiación electromagnética (rayos X y ultravioleta) que interrumpe comunicaciones y radares en minutos; luego, una lluvia de partículas de alta energía que daña satélites y corrompe datos electrónicos; y finalmente, la eyección de masa coronal (CME), una nube de plasma magnetizado que golpea la Tierra en horas, generando tormentas geomagnéticas capaces de sobrecargar redes eléctricas, dañar transformadores y expandir la atmósfera superior, afectando satélites en órbita baja.

El contraste entre el mundo de 1859 y el actual es abismal. Mientras que entonces solo se afectaron los telégrafos, hoy la dependencia de internet, GPS, redes eléctricas inteligentes, oleoductos y satélites hace que un evento similar pueda producir apagones generalizados, fallas en los sistemas de navegación, interrupción del comercio y pérdidas económicas de billones de dólares. Además, la expansión de la atmósfera superior podría provocar el “arrastre satelital”, aumentando el riesgo de colisiones y generando una cascada de basura espacial conocida como "Síndrome de Kessler", lo que haría la órbita terrestre baja prácticamente inutilizable durante generaciones.

La reacción del campo magnético terrestre a la eyección de partículas desde el Sol. Foto: ESA.

El planeta tiene un escudo natural, el campo magnético terrestre, que desvía gran parte de las partículas solares y produce fenómenos como las auroras boreales y australes. Sin embargo, incluso este escudo puede ser sobrepasado por un evento de magnitud Carrington, permitiendo que enormes cantidades de energía penetren en nuestra infraestructura tecnológica y terrestre. Ejemplos más recientes, como el apagón de nueve horas en Quebec en 1989 debido a una tormenta mucho menor, demuestran que la vulnerabilidad es real y no teórica.

Conscientes de esta amenaza, las agencias espaciales han comenzado a tomar medidas preventivas. La ESA ha realizado simulaciones extremas, confirmando que ninguna nave espacial sobreviviría indemne a un evento de este tipo. Para anticipar y mitigar los riesgos, se desarrollan dos iniciativas clave: el Sistema Distribuido de Sensores del Clima Espacial (D3S), una red de satélites que monitoreará en tiempo real la actividad solar y sus efectos, y la misión Vigil, programada para 2031, que se posicionará en un punto estratégico (Lagrange 5) para observar el Sol desde un ángulo que permita detectar tormentas antes de que alcancen la Tierra, proporcionando un tiempo de alerta vital para proteger satélites y redes eléctricas.

Los satélites que transitan en la órbita baja de la Tierra podrían ser los más afectados durante una tormenta geomagnética, especialmente cuando dependemos en gran medida de su trabajo. Foto: ESA.

La ciencia moderna nos ofrece herramientas sin precedentes, pero también nos recuerda la inevitabilidad de un nuevo evento Carrington. La preparación, la cooperación internacional y la innovación tecnológica no son opcionales, son la única defensa contra una amenaza que podría paralizar la civilización digital que hoy sostiene nuestra vida cotidiana. Este equilibrio entre admirar la belleza del Sol y respetar su poder destructivo define nuestro desafío ante la próxima gran tormenta solar.

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Con información de ESA, Space, Popular Science y The Times of India.

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