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El cielo está en peligro: La carrera espacial estaría retrasando la recuperación de la capa de ozono

El crecimiento de la industria espacial despierta preocupación por su impacto en la atmósfera terrestre.

En los últimos años, el número de cohetes lanzados al espacio ha crecido de forma acelerada. En 2019 se registraron 97 lanzamientos orbitales, mientras que en 2024 la cifra aumentó a 258.

Si esta tendencia continúa, se espera que para 2030 se alcancen hasta 2040 lanzamientos al año.

Esta expansión responde a una carrera global entre empresas privadas y agencias gubernamentales que buscan posicionar satélites de comunicación, navegación y observación en órbita baja.

Pero más allá de los avances tecnológicos, esta actividad genera consecuencias ambientales que aún no están totalmente reguladas ni dimensionadas.

¿Cómo afectan los cohetes a la capa de ozono?

La capa de ozono, que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta, está siendo afectada por las emisiones de los cohetes.

A diferencia de la contaminación terrestre, los residuos que se liberan en la atmósfera media y alta pueden permanecer por años, ya que en esas zonas no existen lluvias ni nubes que los limpien.

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Según el físico atmosférico Sandro Vattioni, investigador postdoctoral de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zúrich):

La tendencia creciente de lanzamientos amenaza con frenar la recuperación del ozono que comenzó tras la prohibición de los CFC en 1989”.

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¿Qué proyecciones hay para 2030?

Un estudio liderado por Laura Revell, de la Universidad de Canterbury, y desarrollado con modelos climáticos de ETH Zúrich y el Observatorio Meteorológico de Davos, estima que si los lanzamientos siguen aumentando, el espesor promedio de la capa de ozono podría disminuir un 0.3 % a nivel global hacia 2030.

En la Antártida, la reducción estacional alcanzaría hasta un 4 %.

Aunque estos números parecen pequeños, se suman a una capa de ozono que ya es 2 % más delgada que en la era preindustrial. Según las proyecciones actuales, la recuperación total no ocurrirá antes de 2066.

¿Qué combustibles dañan más el ozono?

Los principales responsables del daño son dos: el cloro gaseoso y el hollín que se libera durante los lanzamientos. El cloro destruye moléculas de ozono, mientras que el hollín calienta la atmósfera y acelera reacciones químicas dañinas.

Los cohetes que utilizan combustibles sólidos son los mayores emisores de cloro. En cambio, los que emplean combustibles criogénicos, como el oxígeno líquido y el hidrógeno, tienen un impacto mínimo. Sin embargo, solo el 6 % de los lanzamientos actuales usan este tipo de propulsión por su mayor complejidad técnica.

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¿Qué pasa con los satélites que reingresan?

Otro factor poco estudiado es el reingreso de satélites y partes de cohetes. Al desintegrarse en la atmósfera, liberan óxidos de nitrógeno y partículas metálicas que también afectan al ozono y pueden contribuir a la formación de nubes estratosféricas polares.

Estos efectos todavía no se incluyen en la mayoría de los modelos climáticos, lo que indica que el verdadero impacto de la industria espacial podría estar siendo subestimado.

¿Se puede hacer algo para evitar más daño?

De acuerdo con Vattioni, “una industria espacial sostenible es posible”.

Para lograrlo, es necesario:

  • Limitar el uso de combustibles que emiten cloro y hollín.
  • Incentivar tecnologías de lanzamiento más limpias.
  • Monitorear las emisiones atmosféricas.
  • Establecer regulaciones internacionales.

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El ejemplo del Protocolo de Montreal demuestra que, con cooperación global, se pueden enfrentar problemas ambientales de escala planetaria.

Hoy, el reto está en aplicar esa misma lógica al rápido crecimiento del sector espacial.

La exploración espacial avanza, pero también plantea nuevos desafíos para la Tierra. Proteger la capa de ozono es una tarea que requiere vigilancia, innovación y coordinación global.

La ciencia ya ha identificado el problema. Ahora toca actuar.

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