Miguel Ángel Lino

Cuando mi hermana Pilar nos anunció -en nuestro grupo de WhatsApp- que la mexicana había quedado dentro de las cinco finalistas.

Navegando por aquí y por allá del inconmensurable espacio de Internet.

Navegando por aquí y por allá del inconmensurable espacio de Internet -y sin decirme “ahí te va”- emergió el concepto paraphernalia (en inglés del Reino Unido).

En un mundo que se tecnologiza minuto a minuto, segundo a segundo; “las máquinas hablan sin cesar”.

Cuenta la leyenda que en la Noche de Muertos la flor de cempasúchil por su vistoso color azafranado.

¡Soy un hombre bruja! Y al confesarlo no me estoy equivocando de sexo o género gramatical.

Aun cuando se puede traducir al español como “empezar alto” es 100%.

Para que no se me vaya a desorientar, le aclaro que este artículo no va a tratar sobre la abreviatura de número.

En este espacio lo he escrito varias veces al autodefinirme como desmenuzador de palabras y perseguidor de significados.

Siempre se han dicho y, por lamentable hábito, se seguirán diciendo.

Ni quién lo pueda negar, así mero es como andamos alrededor del mundo.

Suena a grosería; pero no lo es. Anacoluto es un solecismo.

La línea de texto que abre este artículo es -ni más ni menos- que una alegoría o sentencia filosófica.

Tic-tac / tic-tac / tic-tac hacían los relojes despertadores de antes que teníamos encima del buró junto a la cama y -para despertarnos-

No todas las faldas son iguales y no solo me estoy refiriendo a las que son prendas de vestir de las mujeres o de los escoceses.