Se comunican con el lenguaje del amor
Rosa tiene discapacidad auditiva, pero se entiende bien con Marco; son inseparables.

GUAYMAS, Sonora.- Hace seis años Marco Antonio Villagrán y Rosa Palma López se conocieron durante una reunión familiar y bastó una semana de convivencia para saber que eran el uno para el otro.
Su historia de amor inició cuando Rosa llegó hasta la casa de Marco Antonio por un cargador de celular, pero al obtenerlo ya no quiso regresar con su familia, porque sabía que por fin había encontrado el amor de su vida.
"Rosita fue a la casa por un cargador y ya no se quiso regresar con su familia y aunque ellos fueron a buscarla, decidió quedarse conmigo, podemos decir que fue amor a primera vista, y yo fui su primer novio, su primer esposo, eso es lo que me dice su sobrino, que es mi amigo", puntualizó Marco Antonio.
Al principio la pareja batallaba para comunicarse porque ella tiene discapacidad auditiva y no habla, sin embargo el amor que nació entre ambos les permitió entenderse a través de un lenguaje de señas callejeras que la mujer aprendió a lo largo de su vida.
"Ella me lee los labios, así me entiende y yo le tengo que poner mucha atención para saber qué quiere, aún no le entiendo todo, pero si lo necesario con las señas callejeras que ella usa para comunicarse", externó.
Marco Antonio antes trabajaba como albañil en obras grandes, sin embargo para cuidar a su enamorada, decidió renunciar a esto y se dedicó a la limpieza de casas y otras labores que le permiten estar al lado de su esposa todo el día.
La pareja es conocida en algunos fraccionamientos de Guaymas Norte porque siempre andan juntos y se coordinan en las actividades laborales para sostenerse económicamente e incluso en las que llevan a cabo en el hogar.
Cuando trabajan en las calles, ella ayuda con la limpieza, mientras que él en su casa coopera con la preparación de tortillas de harina, a tender la ropa u otras actividades que se realizan cuando llegan de trabajar.
La pareja vive en una humilde casa en el fraccionamiento Ocotillo II, del sector Guaymas Norte, y aunque apenas ganan para comer y pagar los servicios de agua y luz, viven felices y sin preocupaciones, por el apoyo que se brindan mutuamente.
Marco Antonio tiene 50 años de edad y Rosa es tres años menor.
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